miércoles, 27 de marzo de 2019

VIDA EN LA ANTIGUA ROMA: COMIDAS Y ALIMENTACIÓN, FRUTAS Y PRODUCTOS DE LA HUERTA.


“La base de los pueblos poco civilizados siempre han sido los frutos silvestres, las nueces y la carne, y así fue para los pastores que establecieron los cimientos de Roma. La propia palabra pecunia (pecus, rebaño o ganado) muestra que la primera fuente de riqueza eran los rebaños de animales domésticos. Pero otras palabras indican con la misma claridad que la agricultura fue conocida por los romanos desde tiempos antiguos: los nombres Fabius, Cicero, Piso, Caepio no son menos antiguos que Porcius, Asinius, Vitellius u Ovidius (1).

(1) Los nombres se relacionan respectivamente con faba, «haba», cicer, «garbanzo», pistor, «molinero», caepe, «cebolla», porcus, «cerdo», asinus, «asno», vitellus, «becerro» y ovis, «oveja».

Cicerón pone en boca de Catón el Viejo la afirmación de que para el granjero la huerta era un segundo suministro de carne, pero mucho antes de la época de Catón la carne había dejado de ser el principal artículo de alimentación. Los cereales, la uva y las aceitunas proporcionaban medios de subsistencia para todos los que no vivían para comer. Éstos daban «el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace que brille su piel y el pan que fortalece el corazón del hombre». […] 


Frutas.

La manzana, la pera, la ciruela y el membrillo eran originarios de Italia o, como la aceituna y la uva, fueron introducidos en su territorio antes de que su historia comenzara. Durante mucho tiempo se prestó gran atención a su cultivo, y en época de Cicerón Italia estaba llena de huertos. Todas esas frutas eran abundantes y baratas en su estación, y eran consumidas por hombres de todo tipo y condición.

En tiempos de Cicerón también había comenzado la introducción de nuevas frutas desde tierras extranjeras y la mejora de las variedades locales. Algunos hombres de Estado y generales dieron su nombre a clases nuevas y mejoradas de peras y manzanas, y competían entre sí para producir frutas fuera de temporada mediante su cultivo en invernaderos. Cada reciente extensión del territorio romano traía a Italia nuevas frutas y frutos secos.

1. Frutos secos: nueces, avellanas, almendras (después de la época de Catón) y pistacho (no introducido hasta tiempos de Tiberio).

2. Frutas: melocotón (malum Persicum), albaricoque (malum Armeniacum), granada (malum Punicumo granatum), cereza (cerasus, importada por Lúculo desde la ciudad de Cerasus en el Ponto) y limón (citrus, que no fue cultivado en Italia hasta el siglo III d.C.).

Igualmente las frutas, cereales y verduras conocidas en casa eran llevadas por las provincias dondequiera que se establecieran los romanos. Por ejemplo, se dice que las cerezas ya se cultivaban en Britania en el año 47 d.C., cuatro años después de su conquista. Además de la introducción de frutas para su cultivo, grandes cantidades, secadas o conservadas de otra manera, se importaban para comer. Sin embargo, por extraño que nos parezca, los romanos no conocían la naranja.

Productos de huerta.

La huerta no se quedaba atrás respecto a los frutales en la abundancia y variedad de sus contribuciones al suministro de alimentos. Sabemos de alcachofas, espárragos, habas, remolachas, coles, zanahorias, achicorias, pepinos, ajos, lentejas, melones, cebollas, guisantes, amapolas, calabazas, rábanos y nabos, por mencionar solo los que tienen nombres familiares para nosotros. Sin embargo, se advertirá que las verduras quizá más apreciadas para nosotros, la patata y el tomate, no eran conocidos por los romanos. De los mencionados parece que los más antiguos eran la haba y la cebolla, como se aprecia por los nombres Fabius y Caepio ya aludidos, pero pronto se consideró a la segunda poco refinada y a la primera una comida demasiado pesada excepto para personas que desempeñaran los trabajos más duros. Caton consideraba la col la verdura más fina conocida […].

El hortelano romano también prestaba mucha atención al cultivo de otras verduras para ensalada. Entre estas los tipos mencionados con más frecuencia son el berro y la lechuga, con los que estamos familiarizados, y la malva, que ya no se utiliza para comer. Una gran variedad de plantas se cultivaban para obtener condimentos. Se comía la semilla de amapola con miel como postre, o se espolvoreaba sobre el pan antes de cocerlo. Se producía en todos lados anís, comino, hinojo, menta y mostaza. Además de estos condimentos que se encontraban en cualquier huerta se importaban grandes cantidades de especias desde el este, y los ricos importaban verduras de gran tamaño o mejor calidad que las producidas en casa. Las verduras frescas, como la fruta fresca, no podían transportarse desde grandes distancias.”



Escrito por Ángel Portillo

lunes, 25 de marzo de 2019

VIDA COTIDIANA: DEL CULTO FÁLICO A PRIAPO A LA BURLA ERÓTICA (PRIAPEOS).


En la antigüedad el culto al falo tenía base religiosa. Los genitales masculinos eran símbolo de la naturaleza creadora y eran tratados con veneración tal como se hacía con otras fuerzas misteriosas de la creación. Al mismo tiempo miniaturas de falos o dibujos se usaban como amuletos de carácter defensivo hacia lo sobrenatural o mágico para librar al hombre de todo mal divino o humano.

Dentro del culto fálico ocupaba un lugar privilegiado la figura de una divinidad agraria llamada Príapo. Se le solía representar con un descomunal falo, su atributo y característica principal. Como dios de la fertilidad tenía, además de su gran miembro, los frutos del campo, que llevaba generalmente en los pliegues del vestido. La hoz le pertenecía como dios agrario, pero también le servía para espantar a los ladrones y a los pájaros. De acuerdo con este carácter agrario este era venerado normalmente al aire libre sobre piedras o columnas en jardines, bosques o viñedos.

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Según el mito más generalizado Príapo era hijo de Dioniso (o Baco) y Afrodita (o Venus), pero Hera (o Juno), por su resentimiento contra el primero y los celos contra la segunda, realizó un maleficio e hizo que el niño naciese con una deformidad. Este defecto era un pene de dimensiones extraordinarias. Ante la desproporción del bebé y por miedo a que los demás dioses rieran de ella su propia madre lo abandonó en los bosques. Allí fue recogido y criado por unos pastores. Sus padres adoptivos acabaron rindiendo culto a su virilidad. Ese es el nacimiento de Príapo como dios agrario y de la fertilidad.


¿Qué es un Priapeo? Los Priapeos son breves poemas eróticos que hacen referencia a Príapo. En este tipo de poesía se quiere hacer creer que la recita el mismo Príapo en persona o un devoto que lo hace en nombre del dios.

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Ejemplos de Priapeos. (Subidos de tono).
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Ten cuidado no te coja. No te castigaré, si te cojo, a garrotazos, ni te produciré crueles heridas con la curvada hoz. Atravesado con mi percha descomunal, quedarás tan estirado que no creerás que tu culo tenga rugosidad alguna.
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Lejos de aquí las castas matronas: es vergonzoso que leáis impúdicos versos. Eso les importa un comino y se vienen derechas. Sin duda las matronas se regodean contemplando a gusto una buena polla.
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Ventaja, y no pequeña, tengo en mi falo: ninguna mujer puede resultarme demasiado ancha.
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El rey del rayo es Júpiter. De Neptuno el arma es el tridente. Poderoso gracias a su espada es Marte. La lanza, Minerva, es tu atributo. Con el tirso emparrado, Baco entabla el combate. Como todo el mundo sabe la mano de Apolo lanza la flecha,. Arma la pica la invicta diestra de Hércules. Pero a mí un falo erecto me hace terrorífico.
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Que me muera, oh Príapo, si no me da vergüenza decir palabras torpes y obscenas. Pero como tú siendo dios, muestras tus huevos al aire dejando de lado el pudor, debo yo llamar al coño, coño, y al falo, falo.
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Aunque soy de madera, una muchacha me da besos en el medio de mis piernas. ¿Para qué creerías tú que quiere mi pica? No hace falta augur. Creedme que dijo: «En mí emplearé esa ruda pica con golpes verdaderos».
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Para entender por qué ves empapada la parte que me acredita como Príapo, debes saber que no es rocío, ni escarcha, sino lo que brota por sí solo cuando pienso en una lasciva mozuela.
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Cuando la dulzura de los higos te invada y ya vayas a extender tu mano, mírame, ladrón, y piensa en el peso del cipote que has de cagar después.
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Tú, para no ver el testimonio de mi virilidad, te marchas de aquí, como conviene a una casta mujer. Y me parece bien, si no es que temes contemplar lo que dentro de tus entrañas deseas tener.

viernes, 22 de marzo de 2019

VIDA CORRIENTE: LIBER PATER, LAS LIBERARIAS Y LA MAYORÍA DE EDAD PARA UN ROMANO.

Liber (o Liber Pater): era una antigua divinidad itálica de la fecundidad. En las liberarias, se paseaba un enorme falo por la ciudad. Este personificaba la fuerza masculina de la procreación o lo que es lo mismo: la fertilidad. En estas fiestas se paseaba en procesión por las calles de Roma la imagen de un falo de piedra o metal y se instalaba en el Foro. Allí acudían las matronas y depositaban coronas de flores para que favoreciera a sus esposos. Se le atribuía, al falo, la protección contra el mal de ojo, por lo que era uno de los amuletos más comunes. Asimismo, en el desfile del triunfo se colocaba la imagen de un falo en el carro del triunfador para evitar todo posible encantamiento.


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 En el templo de Liber en Roma, situado cerca del Foro Boario, había representaciones de los órganos masculinos y femeninos, que simbolizaban, respectivamente, a Liber y Libera. También era uno de los dioses que formaban la Triada Aventina (o de los plebeyos), Ceres, Liber, y Libera. A quienes en el 493 a.C. tras la primera secesión entre las clases humildes y los patricios se les construyó un templo al parecer por indicación de los Libros Sibilinos. Los romanos relacionaban su nombre con la idea de la liberación de las preocupaciones, de la emisión del semen, de la libertad para hablar que da el vino, etc.

Como hemos dicho anteriormente en su honor se celebraban las fiestas de las liberarias, estas se realizaban el 17 de marzo. Ese día, ancianas coronadas de hiedra, «las sacerdotisas de Liber», paseaban por la ciudad vendiendo unos pastelillos, los liba (hechos de harina, queso y huevo, cocidos y bañados en miel). Cuando vendían uno de ellos quitaban un pedacito y en el nombre del comprador ofrecían al dios en un hogar portátil que llevaban consigo. Las familias salían a las calles esperando a las ancianas delante de sus casas.

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Era un día muy importante para los varones de entre 15 y 16 años pues eran considerados mayores de edad. El paso a la madurez tenía seguramente dos vertientes: una privada y otra pública. La primera, se realizaba en casa con la familia y en ella el joven entregaba la bulla (un amuleto protector dorado que había llevado desde pequeño) a los dioses Lares. En la ceremonia de la madurez el joven se desnudaba delante de su familia para demostrar que ya era un hombre y que sus genitales estaban bien desarrollados. Debía ser un ritual de especial significación y orgullo sentimental para toda la familia; sobre todo para el joven que comenzaba su vida adulta. En el momento de ser considerado un ciudadano romano de pleno derecho, se quitaba la toga infantil y su padre le entregaba su nueva toga que le convertía y le identificaba como un hombre adulto. Esta era la toga virilis, que estaba hecha de lana sin decolorar.

En la segunda ceremonia, la pública, los jóvenes que se habían convertido ese año en adultos, acompañados por familiares y amigos, realizaban una procesión por toda la ciudad atravesando el Foro hasta llegar al templo de Júpiter donde realizaban sacrificios. También era el momento de registrarse para que los funcionarios escribieran su nombre en el archivo estatal, o tabularium, para ser añadidos a la lista de ciudadanos romanos.

Escrito por Ángel Portillo 

lunes, 18 de marzo de 2019

VIDA COTIDIANA: MUJERES QUE EJERCIERON LA DEFENSA ANTE EL PRETOR.

Utilizando las palabras de Valerio Máximo: «Tampoco conviene pasar por alto a aquellas mujeres a las que, ni la condición de su sexo, ni el reparo de llevar ropas femeninas, pudieron impedirles hablar en el foro y en los juicios.».

No olvidemos que las mujeres romanas vivían en un mundo gobernado por los hombres y por la imagen que ellos tenían de ellas. Para un romano el papel de la mujer era ocuparse de sus hijos, de su esposo y de su casa. Las actividades se dividían en dos esferas; una fuera del hogar y otra dentro de él; lo que podríamos denominar esfera pública y privada. El papel de la mujer en lo referente a los asuntos públicos era segundario y a veces inexistente. Desde su punto de vista la mujer era inferior tanto física como mentalmente en todos los aspectos posibles de la vida. Por fortuna nos encontramos lejos de esos ideales y nos dirigimos con esfuerzo a la equidad.

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El primer caso es el de Mesia de Sentino (la ciudad de Sentino se encontraba en Umbría, región ubicada en la Italia central), esta defendió su propia causa y además con éxito. El pretor Lucio Ticio le dio la absolución de un delito que desconocemos. Las fuentes indican como loa hacía el comportamiento de Mesia que no solo siguió todos los puntos y partes de la defensa sino que además lo hizo con determinación. Los presentes dijeron que bajo ese cuerpo de mujer se escondía el genio de un varón. Desde entonces la llamaron la “Andrógina”. Apodo que a mi entender denota que ella ganó, ellos lo admitieron, pero no les hizo mucha gracia.

Otro caso es el de Gaya Afrania, esposa del senador Licinio Bucón. De ella los hombres decían que era amiga de mezclarse en disputas. Se defendió siempre a sí misma delante del pretor, y al parecer siempre con éxito. Según decían no porque le faltasen abogados, sino porque le sobraba desvergüenza. Al parecer tantas veces se defendió que decían que sus ladridos molestaban en el foro. Tal fue el menoscabo con la que la miraban que a las mujeres de malas costumbres se les asigno el nombre de Gaya Afiania. Murió en el año 48 a.C., tras su fallecimiento dijeron que era mejor transmitir a la posteridad la fecha de su muerte que la de su nacimiento.

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Sin duda hay que nombrar aquí a Hortensia, hija de Quinto Hortensio Hórtalo (al que Cicerón derrotó en el proceso contra Cayo Verres). En época del segundo triunvirato se impuso un impuesto oneroso a las matronas más ricas de Roma. Por miedo o por convicción ningún varón se atrevió a asumir su defensa en un juicio. Hortensia se vio en la obligación de defender los intereses de las mujeres, que consideraban ese impuesto injusto, en un medio hostil y que además no le era propio: la oratoria legal. En su discurso se disculpó por su intervención en el foro y se excusó en que las circunstancias le habían obligado a proceder así. Presentó su defensa como un enfrentamiento de intereses entre hombres y mujeres. Ellos gobernantes y empeñados en hacer guerras innecesarias y ellas sometidas y pacifistas. La oradora continúo diciendo que no faltaba a las matronas el espíritu patriótico: estarían dispuestas a sacrificar una parte de sus riquezas si se tratase de una guerra contra pueblos extranjeros, pero no a hacerlo para contribuir a una guerra civil. Apiano de Alejandría en su Historia de Roma nos relata parte del discurso:

«¿Por qué hemos de pagar tributos nosotras que no tenemos participación en magistraturas, honores, generalatos, ni, en absoluto, en el gobierno de la cosa pública, por las cuales razones os enzarzáis en luchas personales que abocan en calamidades tan grandes? ¿Por qué decís que estamos en guerra? ¿Y cuándo no hubo guerras? ¿Cuándo las mujeres han contribuido con tributos? A éstas su propia condición natural las exime de ello en toda la humanidad, y nuestras madres, por encima de su propio ser de mujeres, aportaron su tributo en cierta ocasión y por una sola vez, cuando estabais en peligro de perder todo el imperio e, incluso, la misma ciudad, bajo el acoso cartaginés. Pero entonces realizaron una contribución voluntaria, y no a costa de sus tierras o campos, o dotes, o casas, sin las cuales cosas resulta imposible la vida para las mujeres libres, sino sólo con sus joyas personales, sin que éstas estuvieran sometidas a una tasación, ni bajo el miedo de delatores o acusadores, ni bajo coacción o violencia, y tan sólo lo que quisieron dar ellas mismas. Y, además, ¿qué miedo tenéis ahora por el imperio o por la patria? Venga, ciertamente, la guerra contra los galos o los partos y no seremos inferiores a nuestras madres en contribuir a su salvación, pero para luchas civiles no aportaríamos jamás nada ni os ayudaríamos a unos contra otros. Pues tampoco lo hicimos en época de César o Pompeyo, ni nos obligaron a ello Mario ni Cina, ni siquiera Sila, el que ejerció el poder absoluto sobre la patria, y vosotros afirmáis que estáis consolidando la República.»


Con una elocuencia sin igual logró que las cargas impuestas a las matronas fueran anuladas. Algunos dijeron que Quinto Hortensio Hórtalo volvió a la vida en la persona de su hija y le infundía su verbo y que si sus descendientes varones hubiesen tenido la oratoria y el vigor de su padre la elocuencia de Hortensio no habría perecido con este solitario alegato de una mujer.

Escrito por Ángel Portillo

Artículo Relacionado:
EL DISCURSO DE HORTENSIA ANTE EL FORO en Gladiatrix en la Arena

viernes, 15 de marzo de 2019

INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS IV. VIDA CORRIENTE EN LA ANTIGUA ROMA.

Un enfermo soñó que entraba en el templo de Júpiter e interrogaba al dios con estas palabras: «¿Mejoraré? ¿Viviré?». Júpiter no le respondió de palabra, pero hizo una señal afirmativa con la cabeza. Al día siguiente el hombre murió.

Interpretación: En realidad, la divinidad, al asentir, había mirado hacia la tierra.
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Un individuo soñó que le daba de comer a su miembro viril pan y queso como si se tratase de un animal de compañía. Tuvo una muerte terrible.

Interpretación: cuando debía llevar el alimento a la boca, él lo hacía al pene, de forma que se podía interpretar que no tenía rostro ni boca.

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Una mujer soñó que de su pecho nacían unas espigas de trigo y que éstas, doblándose, penetraban en su vagina. Por una serie de circunstancias, ella tuvo relaciones carnales con su propio hijo, ignorando su identidad. Posteriormente se suicidó y murió de forma miserable.

Interpretación: las espigas simbolizaban al hijo, el hecho de que entrasen en su naturaleza indicaba la unión y las simientes brotadas de su cuerpo significaban su destino, porque éstas nacen de la tierra y no de organismos humanos.
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Un hombre soñó que tenía en su colchón granos de trigo en lugar de vellones de lana. Éste tenía una mujer que nunca había concebido. En ese año quedó embarazada y dio a luz un varón.

Interpretación: el colchón significaba la mujer y los granos el semen del marido.
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Un hombre acusado de malversación de fondos públicos soñó que había perdido los documentos que demostraban su inocencia. Al día siguiente, una vez que fue celebrada la causa, resultó absuelto.

Interpretación: el sueño le anunció: que ya no tendría necesidad de testimonios escritos eximentes por haber quedado libre de culpa.
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Un adolescente, que practicaba la lucha y que estaba preocupado por su propia admisión en un certamen, soñó que Esculapio actuaba de juez y que el dios lo eliminaba mientras que participaba en el desfile con los otros jóvenes. El joven murió antes de la competición.

Interpretación: El dios le excluyó no del certamen, sino de la vida, de la cual es considerado supremo árbitro.
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Un hombre sonó que sus genitales eran de hierro. Le nació un hijo y éste, andando el tiempo, mató a su progenitor.

Interpretación: Este metal es destruido por el óxido que el mismo produce.
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Un individuo soñó que caía una estrella del cielo y que de la tierra subía otra hacia el firmamento. Esta persona era un esclavo de otro hombre. Más tarde, su amo murió y, cuando él creía que era libre y que no dependía de nadie, se topó con el hijo de su antiguo dueño y se vio obligado a continuar de esclavo sin remedio alguno.

Interpretación: el astro caído significaba, por tanto, el muerto, y el que ascendía, el patrón que le vigilaría en lo sucesivo.

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Un personaje de cierto relieve y recaudador de cuantiosos tributos soñó que él mismo se penetraba sexualmente. Debido a su falta de recursos y a sus continuas deudas, llegó a un semejante estado de abatimiento que se suicidó.

Interpretación: sufrió el abandono de cualquier otro ser y la ausencia de medios, hasta tal punto que tuvo que dirigir su impulso contra sí mismo.
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Un individuo soñó que un águila, tras haberle desgarrado las vísceras con sus garras, lo llevaba a través de la ciudad hasta el teatro, que estaba saturado de público, y que allí lo mostraba a los espectadores. Él carecía de descendencia. Después de aquella visión le nació un hijo que llegó a ser insigne e ilustre.

Interpretación El águila simbolizaba el año en el que la criatura debía nacer. las entrañas indicaban el propio hijo y la presentación en el teatro significaba la fama y la notoriedad adquirida por éste.

miércoles, 6 de marzo de 2019

VIDA CORRIENTE: DIOSES NUPCIALES Y MATRIMONIO.

Hace dos mil años el ancestral deseo de tener hijos con el fin de perpetuarse, formar una familia y la necesidad de una pareja de aumentar las probabilidades de supervivencia empujaba a hombres y mujeres al matrimonio. En el mundo romano la mujer estaba prácticamente siempre bajo el control de un hombre: antes del matrimonio, bajo el de su padre, y después del mismo, normalmente la mujer se trasladaba a vivir a casa del marido. Si bien el amor podía formar parte del matrimonio, este no era parte esencial de dicha relación y, normalmente, ni siquiera formaba parte de ella. De la mujer se esperaba no sólo respetar unos valores, sino que también ha de enseñar a hacerlo a jóvenes y niñas. Las mujeres de más edad tenían que enseñar a las jóvenes a comportarse de manera correcta, concretamente a amar a sus maridos e hijos, ser castas, sensatas, caseras, amables y sumisas con sus esposos. El matrimonio, el sexo y la reproducción eran temas muy importantes para los hombres y mujeres de entonces. Quizás ese sea el motivo de la existencia de tantos dioses y diosas nupciales:
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* Diosas celestiales que tenían relación con las nupcias.


Ceres. Diosa, originariamente, del crecimiento, de la agricultura y protectora de los plebeyos. También tenía relación con el matrimonio: en su honor se llevaba una antorcha encendida en la procesión con la que se acompañaba a la novia a su nuevo hogar.


Juno. Esposa de Júpiter. Le estaban consagradas todas las calendas (el primer día de cada mes), así como el mes de junio. Protectora de las mujeres y diosa del matrimonio y del parto. Algunos de su numerosos epítetos: Juno Fluonia: regula la menstruación; Juno Pronuba: preside los matrimonios, y Juno Lucina: asiste en el parto.
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* Diosas que intervenían en las nupcias.


Aferenda. Diosa nupcial que se ocupaba de poner en comunicación a los novios y de lo concerniente a la aportación de la dote


Unxia. Diosa nupcial que presidía la unción de aceite que se hacía a la novia y la de perfume que se hacía al umbral de la casa en señal de buen agüero (utixi, de ungo, ungir).

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* Dioses y diosas que guiaban a la novia a casa del novio.

Domicio. Dios nupcial que impulsa a la novia a entrar en casa del marido.


Domiduca. Diosa de la infancia que acompaña al niño de regreso a su casa y que en el matrimonio conduce a la novia a casa del esposo.


Domiduco. Dios nupcial que conduce a la novia a casa del marido.
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* Dioses o diosas que se ocupaban de la preparación, o sometimiento de la mujer al esposo.


Manturn. Diosa nupcial que obliga a la novia a permanecer en casa del esposo.


Prema. Diosa que interviene en la noche de bodas, impidiendo que la esposa se resista al marido (premo, oprimir»).


Subigo. Dios nupcial que actúa para que la novia se someta al marido en la noche de bodas (subigo, someter).
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* Dioses o diosas que se ocupaban del coito y de sus preparativos, pues sin acto no hay matrimonio.


Cinxia. Diosa nupcial que, en la noche de bodas, soltaba el ceñidor del vestido de la novia.


Pertunda. Diosa nupcial que favorecía la unión sexual de los recién casados (pertundo, agujerear).

Ugatino. Dios de la fecundidad. Se presenta bajo dos facetas: agrario, protector de la fecundidad de las tierras que se hallan en las cumbres de los montes, y nupcial, interviene en el momento de la unión del hombre y la mujer. (En latín Iugatinus, iugum de cumbre» y iugo de unir.)


Pérfica: Diosa que intervenía en la consumación (perficere) del matrimonio.


Virginiense: Diosa nupcial que, en la noche de bodas, presenciaba la unión sexual de los recién casados.

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