viernes, 21 de junio de 2019

REFORMAS DEL EJÉRCITO, CLAUDIO.


Las legiones romanas tal como las entendemos fueron esencialmente creadas por Cayo Mario, Julio César y César Augusto. Estas legiones destinadas a ser temporales, se convirtieron en unidades permanentes. Marco Antonio y Augusto las utilizaron, estos las entregaron a Tiberio. Cuando este último murió, varias legiones tenían más de noventa años. Tenían largas tradiciones, los términos de servicio, pago y pensión se habían estandarizado. La gran estrategia, ya sea consciente o no, no había cambiado: el Imperio consistía en un núcleo de provincias, rodeado por una periferia de estados vasallos, que algún día se convertirían en provincias; en ese momento, se crearía una nueva periferia de estados vasallos, que a su vez se anexaría un día. Este conservadurismo llegó a su fin durante el reinado de Claudio. Heredó el plan de Calígula para conquistar Gran Bretaña y, durante sus primeros años de gobierno, debió dedicar mucho tiempo a la planificación militar. Estaba más o menos obligado a hacerlo: después de todo, había llegado al poder contra los deseos del Senado, no podía presentarse como miembro de la familia imperial (la gens Julia) y tenía que demostrar que era digno de su nueva posición. Tenía, por un lado, que romper con las tradiciones asociadas a sus predecesores, mientras que, por otro lado, tenía que demostrar que los ejércitos romanos serían igual de eficientes. Entonces, tenía razones para escuchar a los generales y oficiales que propusieron innovaciones militares, y decidió conquistar Britania. Como veremos en nuestra discusión sobre el surgimiento de nuevas legiones, la reforma pudo, quizás, haber comenzado durante Calígula. Es ciertamente posible que el acceso de Claudio, un hombre no militar que necesitaba apoyo militar, ofreciera una oportunidad a los reformadores.

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La primera decisión militar de Claudio fue la conquista de Britania, para la cual eran necesarias nuevas legiones. Durante mucho tiempo se ha reconocido que las legiones XV Primigenia y XXII Primigenia se crearon entre 37 y 43. Tanto Calígula como Claudio tenían razones para formarlas, porque ambos tenían planes de invadir Britania. Primigenia fue uno de los títulos de Fortuna, la diosa favorita de Calígula y su padre Germánico (puede que también haya sido un favorito personal de Claudio). La actitud beligerante con respecto a Britania no fue la misma que en el resto de las fronteras de Roma, Claudio, prefería una estrategia defensiva. A lo largo del Rin, la primera evidencia está en los cimientos de piedra de las fortalezas romanas (y, por lo tanto, la intención de no moverse a través del Rin). Entre las fortalezas, se construyeron torres de vigilancia, como la de Leidsche Rijn, que puede fecharse en los años cuarenta. En Raetia, las unidades se transfirieron al Alto Danubio (y para abastecerlas, se construyó la Vía Claudia), mientras que Tracia se anexó, creando un mejor acceso a los fuertes a lo largo del Bajo Danubio. En otras palabras, parece que Claudio creó los limes a lo largo del Rin y el Danubio.

En Colonia, la flota (Classis Germanica) recibió una base en Alteburg y se reorganizó. Se creó el Classis Britannica y se cambió la estructura de mando de las dos armadas mediterráneas: de ahora en adelante, tenían el rango de procurador Augusti et praefectus classis, un título noble que combina un rango civil y otro militar.

Las tropas auxiliares parecen haber sido reorganizadas también. Hasta el reinado de Claudio, sus cohortes y alas eran usualmente unidades temporales, en su mayoría con el nombre de un comandante o una tribu. Claudio creó unidades permanentes con nombres que consistían en un número y un nombre étnico, como Ala I Sebastenorum. Los términos del servicio también se fijaron: cualquier soldado auxiliar tenía derecho a la ciudadanía romana.

Durante el reinado de Augusto y Tiberio, los muros de las fortalezas a menudo seguían los contornos de la tierra, aunque se intentó mantenerlo lo más rectangular posible (por ejemplo, Anreppen). Después de Claudio, vemos el surgimiento de campamentos y fortalezas con formas cada vez más cuadradas.

Puede que también haya habido un cambio en las tácticas, porque los gladii (espadas cortas) del tipo Mainz fueron reemplazadas por el tipo Pompeii. El primero es útil para un soldado que empuja con la punta de su arma durante una batalla formal; el segundo tiene un punto más corto y puede permitir otros tipos de pelea. El cambio no puede ser fechado con precisión, pero parece que ha estado bastante avanzado a mediados del primer siglo.

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Finalmente, el casco puede haber cambiado. El tipo Coolus de bronce (o Hagenau) fue reemplazado por el tipo Imperial-Galico (o Weisenau), que generalmente estaba hecho de hierro y ofrecía una mejor protección del cuello. La antigua cota de malla o lorica hamata se mantuvo en uso, pero la lorica segmentata, el nombre moderno de un conjunto de placas de metal, puede haberse vuelto más popular en esta era.

martes, 18 de junio de 2019

LOS SACERDOTES DURANTE LA MONARQUÍA ROMANA (753 a.C. 509 a.C.)


El Rey es el máximo representante de la religión oficial.

Está asistido por sacerdotes elegidos entre los patricios y agrupados, excepto los Flámines, en Colegios, La organización de estos se atribuía a Numa Pompilius. Su selección se asegura por cooptación (las vacantes se elegían mediante el voto de los miembros). A excepción de las Vestales, no están consagrados al celibato. Disfrutaban de muchos privilegios honoríficos y estaban exentos de todas las cargas públicas.

Flámines

Los 15 Flámines, son los sacerdotes públicos del pueblo romano. Cada uno de ellos está especialmente dedicado al servicio de una divinidad: los de Jupiter, de Marte, de Quirino, (Flamen dialis, martialis, quirinalis), se llaman Flámines Mayores; los otros 12, consagrados a los dioses secundarios, se llaman Flámines Menores.

El Flamen dialis era encargado de cumplir las funciones religiosas del Rey cuando este se ausentaba de Roma, No podía trabajar ni realizar ningún trabajo, ni siquiera montar a caballo, ni podía nunca pasar una noche fuera de su residencia. Tenía derecho a un asiento en el Senado, a un lictor y a silla curul.

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Pontífices.

Los Pontífices, toman su nombre de la conservación del Puente Sublicio, puente sagrado. Presidido por el Rey, el Colegio de los Pontífices vigila las prácticas generales de la religión, públicas y privadas. Determina los deberes del pueblo hacia sus dioses (derecho pontifical, inscrito en los Libros Pontificales).

El Sumo Pontífice elabora el Calendario de los días fastos, laborables, y los nefastos, festivos, y mantiene al corriente los Indigitamenta (lista de los dioses revisada y aumentada continuamente). El organiza cada año las ceremonias en honor de la Tríada Capitolina, actos principales del culto nacional.

Vestales.

Las Vestales fueron instituidas antes de Rómulo (su madre era Vestal). Están encargadas de mantener el Hogar (fuego sagrado) de la Ciudad, personificado por la diosa Vesta. Al frente, la Suma Vestal. Elegidas entre las jóvenes patricias sin tara física, eran alojadas en un monasterio, atrium Vestae. Vinculadas durante treinta años a su culto, (diez años de instrucción, diez años de práctica, diez años de enseñanza), hacen voto de pureza y de ascetismo. Toda debilidad es castigada despiadadamente: se les entierra vivas.

Los Salios

Los 12 Salios, saltadores, están consagrados al culto de Marte: Numa les había confiado la custodia de un escudo caído del cielo, entre otros 11 absolutamente semejantes, que Numa había hecho fabricar para evitar el robo del escudo sagrado. Una vez al año, en Marzo, ejecutan públicamente una danza guerrera, saltado, al ritmo de un canto sagrado.

Feciales.

Los 20 Feciales constituyen un Colegio de Diplomáticos, cuya creación se atribuye a Numa; pero el sílex con el que golpean a sus víctimas en el sacrificio, garantiza su origen prehistórico. Ejecutan los ritos de declaración de guerra y de su conclusión. El líder de cada una de sus delegaciones es llamado Pater Patratus. Son los creadores del Derecho Internacional, (ius fetiale).

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Lupercos.

Los Lupercos: se seleccionan entre dos grandes familias patricias, los Quinctilios y los Fabios. Todos los años, en febrero, éstos ejecutan ritos mágicos para defender los ganados contra los lobos. Más tarde recorrerán las calles de Roma casi desnudos y golpean con correas de cuero de macho cabrío a aquellos o aquellas que desean hijos, rebaños o buenas cosechas. Fiestas de la Fecundidad, Lupercalia, en honor del dios Lupercus o Faunus, asimilado más tarde al Pan de los griegos.

Arvales

Los Arvales, constituidos en origen por los 12 hijos del pastor Faustulo celebran todos los años, en mayo, cerca de Roma, una ceremonia en honor de Dea Dia, Ceres, la Tierra Nutricia.

Consultores del porvenir.

Los Augures: no son propiamente sacerdotes, sino expertos oficiales para la interpretación de los signos celestes. Toman los auspicios (de aves spicere, mirar las aves), observando especialmente el vuelo de los pájaros o el apetito de los pollos sagrados.

Los Harúspices: de un rango inferior, charlatanes frecuentemente. Caton decía que dos de ellos no podían mirarse directamente sin reírse. De origen etrusco, estudian las entrañas de las víctimas sacrificadas, deduciendo presagios.

Los intérpretes de los Libros Sibilinos: Tarquinio el Soberbio pasaba por haber adquirido los libros de la Sibila de Cumas y haber instituido un Colegio de dos sacerdotes, duoviri sacris faciundis, para descubrir allí, en caso de acontecimientos milagrosos, prodigia, las indicaciones capaces de salvaguardar Roma.



lunes, 17 de junio de 2019

METODOS DE CONSERVACIÓN (Según Marco Gavio Apicio)

Recetas para conservar alimentos, (bilingües).

RECETA PARA CONSERVAR FRESCA LA CARNE SIN SALAR.

Se cubre de miel la carne fresca que uno quiera conservar, y se cuelga el recipiente que la contiene, de manera que pueda usarse en el momento necesario. Mejor será hacer esto en invierno, ya que en verano se conserva pocos días. Proceder de la misma manera con la carne cocida.

UT CARNES SINE SALE QUOVIS TEMPORE RECENTES SINT.

Carnes recentes quales volueris melle tegantur, sed vas pendeat et, quando volueris, utere. Hoe hieme melius fit, aestate paucis diebus durabit. Et in carne cocta itidem facies.

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RECETA PARA CONSERVAR LOS CALLOS DE CERDO O DE BUEY Y LAS MANOS.

Se ponen los callos en mostaza preparada a base de vinagre, sal y miel hasta quedar cubiertos; podrán emplearse cuando se necesiten. Es realmente sorprendente.

CALLUM PORCINUM VEL BUBULUM ET UNGELLAE COCTAE UT DIU DURENT.

In senapi ex aceto, sale, melle facta mittis ut tegantur et, quando volueris, utere: miraberis.

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RECETA PARA DESALAR LA CARNE.

Se desala la carne hirviéndola primero en leche, y después en agua.

UT CARNEM SALSAM DULCEM FACIAS.

Carnem salsam dulcem facies, si prius in lacte coquas et postea in aquam.

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RECETA PARA CONSERVAR EL PESCADO FRITO.

Rociarlo con vinagre caliente en el mismo momento en que, ya frito, se retira del fuego.

UT PISCES FRICTI DIU DURENT.

Eodem momento quo friguntur et levantur ab aceto calido perfunduntur.

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CÓMO DEJAR EN BUEN ESTADO LA MIEL PASADA.

La miel pasada puede dejarse en buen estado para venderla si se mezcla una parte de ella con dos de miel buena.

UT MEL MALUM BONUM FACIAS.

Me malum bonum facies ad vendendum, unam partem mali et duas boni si simul miscueris.

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CÓMO RECONOCER LA MIEL EN MAL ESTADO.

Encender en la miel una mecha; si está en buen estado, arderá.

MEL CORRUPTUM UT PROBES.

Inlunium infundes in melle et incende. Si incorruptum est, lucet.

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CÓMO CONSERVAR LAS UVAS

Coger uvas de la vid que no tengan ningún defecto, hervir agua de lluvia hasta reducirse a la tercera parte y echarla en un recipiente junto con las uvas. Taparlo con yeso y pez, y colocar en lugar fresco donde no dé el sol. Cuando quieran comerse, se tendrán uvas verdes. El agua puede darse, en lugar de hidromiel, a los enfermos. Se conservan igualmente tapándolas con cebada.

UVAE UT DIU SERVENTUR.

Accipies uvas de vite inlaesas, et aquam pluvialem ad tertias decoques, et mittis in vas in quo et uvas mittis. Vas picari et gipsari facies, et in locum frigidum ubi soli accesusum non habet reponi facies et, quando volueris, uvas virides invenies. Et ipsam aquam pro hydromelli aegris dabis. Et si in ordeo obruas, inlaesas invenies.

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CÓMO CONSERVAR LAS MANZANAS Y LAS GRANADAS.

Ponerlas en agua hirviendo, sacar enseguida y colgarlas.

UT MALA ET MALA GRANATA DIU DURENT.

In calidam ferventem merge, et statim leva et suspende.

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CÓMO CONSERVAR LOS MEMBRILLOS

Escoger unos membrillos sin ningún defecto, con el tallo y las hojas; colocarlos en un recipiente, cubrirlos con miel y defritum. Así se conservarán mucho tiempo.

UT MALA CIDONIA DIU SERVENTUR.

Eligis mala sine vitio cum ramulis et foliis et condes in vas et suffundes mel et defritum et diu servabis.

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CÓMO CONSERVAR HIGOS, MANZANAS, CIRUELAS, PERAS Y CEREZAS.

Escogerlas cuidadosamente con su peciolo y ponerlas en miel, sin que se toquen.

FICUM RECENTEM, MALA, PRUNA, PIRA, CERASIA UT DIU SERVES.

Omnia cum peciolis diligenter legito et in melle ponito ne se contingant.

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CÓMO CONSERVAR LAS VERDURAS.

Escoger verduras que aún no estén maduras, y ponerlas en un recipiente recubierto de pez. 

OLERA UT DIU SERVENTUR.
Olera electa no satis matura in vas picitum repone.


martes, 11 de junio de 2019

LA CORRESPONDENCIA SOBRE LOS CRISTIANOS ENTRE PLINIO EL JOVEN Y TRAJANO

Plinio el Joven es oriundo del municipio de Como, situado al norte de Italia. Conocemos cuando nació pues en la erupción del Vesubio, el 24 de agosto del 79, tenía diecisiete años, así que su nacimiento fue el 62 d.C. Tanto su familia paterna, los Cecilios, como la materna, los Plinios, pertenecían a la élite local tanto por sus posesiones como por su prestigio social. Su padre murió joven y a su muerte Plinio tuvo como tutor a Lucio Verginio Rufo, tres veces cónsul (63, 69 y 97) y al que los ejércitos de Germania proclamaron dos veces emperador, él rehusó.

Más adelante Plinio sería adoptado por su tío, Plinio el Viejo, autor de Historia Natural. El joven, Publio Cecilio Segundo, pasó a llamarse Gayo Plinio Cecilio Segundo, incorporando a sus tria nomina el praenomen y el nomen de su padre adoptivo.

Plinio se casó en tres ocasiones. Se desconoce el nombre de su primera esposa. Se casó por segunda vez con una hija de Pompeya Celerina, propietaria de grandes posesiones en Etruria. Al inicio del imperio de Nerva enviuda por segunda vez, sin tener descendencia. Contrajo matrimonio con Calpurnia, nieta de un ciudadano de Como, Calpurnio Fabato, que gozaba de una situación económica muy desahogada, ya que tenía posesiones en Etruria, en Campania y en Como.

En su carrera política (cursus honorum) fue ayudado en todo por hombres importantes, cónsules o de familias consulares amigos de su familia, Avidio Quieto, de Favencia, en la Cisalpina, Julio Frontino, de la Narbonense, suegro de Sosio Seneción, todos ellos íntimos del príncipe; Core1io Rufo, de Ateste, en Venecia; y de nuevo por Verginio Rufo, de Milán, con cuyos apoyos pudo obtener la dignidad de senador y llegar a ser candidato del emperador a la cuestura. Inició su actividad política a los dieciocho años con una intervención ante el tribunal civil de los centunviros. Se incorporó como tribuno militar en Siria a la Legio III Gálica. En el 90 ejerció la cuestura en calidad de quaestor Augusti (se encargaba de leer en el senado los mensajes del Emperador), cosa que le permitió entrar en el Senado. En el 92 fue tribuno de la Plebe, siendo pretor en el 93. Durante su carrera ocupó diferentes cargos que van desde gobernador de la provincia de Bitinia-Ponto hasta magistrado encargado del cauce del río Tíber. 
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La correspondencia de Plinio.

Poco después de la muerte de Nerva, el 27/28 de enero del 98, Trajano heredo el Imperio. El 28 de enero está considerado el “dies imperii” de Trajano. Aprovechando esta circunstancia Plinio envía esta carta a Trajano:

«A causa de tu amor filial, venerabilísimo emperador, hubieses deseado suceder a tu padre lo más tarde posible, pero los dioses inmortales se han apresurado a aplicar tus virtudes al gobierno del Estado, que has asumido. Suplico, pues, a los dioses que todas las cosas sean propicias para ti y por tu mediación para el género humano, esto es, como tu época se merece. Deseo, excelente emperador, no solo como particular sino también por interés del Estado, que seas fuerte y feliz.»

Es especialmente notable la carta dedicada a los cristianos y la respuesta de Trajano (libro X 96 - 97). El motivo de este interés es que es una de las primeras veces que un autor no cristiano habla de la represión oficial contra la nueva religión. Plinio siendo gobernador de Bitinia envió este texto a Trajano en relación en que hacer o cómo actuar frente a los cristianos:

«Es para mí una costumbre, señor, someter a tu consideración todas las cuestiones sobre las que tengo dudas. Pues, ¿quién, en efecto, puede mejor orientar mis dudas o instruir mi ignorancia? No he participado nunca en procesos contra los cristianos por ello desconozco que actividades y en qué medida suelen castigarse o investigarse. He dudado no poco sobre si existe alguna diferencia por razón de la edad, o si la más tierna infancia no se diferencia en nada de los adultos; si se concede el perdón al arrepentimiento, si no le sirve de nada al que ha sido cristiano el haber dejado de serlo; si se castiga el nombre mismo, aunque carezca de delito, o los delitos están implícitos en el nombre (las aberraciones, flagitia, que el vulgo atribuía a los cristianos eran incesto, infanticidio y canibalismo). Entretanto, he seguido el siguiente procedimiento con los que eran traídos ante mí como cristianos. Les pregunté si eran cristianos. A los que decían que sí, les pregunté una segunda y una tercera vez amenazándoles con el suplicio; los que insistían ordené que fuesen ejecutados. No tenía, en efecto, la menor duda de que, con independencia de que confesasen, ciertamente esa pertinacia e inflexible obstinación debía ser castigada. Hubo otros individuos poseídos de semejante locura que anoté que debían ser enviados a Roma, puesto que eran ciudadanos romanos (los ciudadanos romanos podían apelar ante el emperador, así que podían ser enviados a la capital del Imperio para el juicio, o se tenía que pedir permiso al emperador para ejecutarlos). Luego, en el desarrollo de la investigación, como suele suceder, al ampliarse la acusación aparecieron numerosas variantes. Me fue presentado un panfleto anónimo conteniendo los nombres de muchas personas. Los que decían que no eran ni habían sido cristianos decidí que fuesen puestos en libertad, después que hubiesen invocado a los dioses, indicándoles yo lo que habían de decir, y hubiesen hecho sacrificios con vino e incienso a una imagen tuya, que yo había hecho colocar con este propósito junto a las estatuas de los dioses, y además hubiesen blasfemado contra Cristo, ninguno de cuyos actos se dice que se puede obligar a realizar a los que son verdaderos cristianos. Otros, denunciados por un delator, dijeron que eran cristianos, luego lo negaron, alegando que ciertamente lo habían sido, pero habían dejado de serlo, algunos hacía ya tres años, otros hacia más años, y algunos incluso más de veinte años. Todos estos también veneraron tu imagen y las estatuas de los dioses y blasfemaron contra Cristo. Por otra parte afirmaban, que toda su culpa o error había sido que habían tenido la costumbre de reunirse en un día determinado (el domingo, el día siguiente al Sabbath judío) antes del amanecer y de entonar entre si alterativamente un himno en honor de Cristo, como si fuese un dios, y ligarse mediante un juramento, no para tramar ningún crimen, sino para no cometer robos, ni hurtos, ni adulterios, ni faltar a la palabra dada, ni negarse a devolver un depósito, cuando se les reclamara. Que, una vez realizadas estas ceremonias, tenían la costumbre de separarse y reunirse de nuevo para tomar alimento, pero normal e inofensivo; que habían dejado de hacer esto después de mi edicto, en el que, según tus instrucciones, había prohibido las hermandades secretas. Por todo ello, consideré que era muy necesario averiguar por medio de dos esclavas, que se decía eran diaconisas, que había de verdad, incluso mediante tortura (la legislación romana no aceptaba el testimonio de los siervos a no ser que fuera obtenido bajo tortura). No encontré nada más que una superstición perversa y desmesurada. Por ello, después de aplazar la audiencia, me apresuré a consultarte. Pues me pareció que se trataba de un asunto digno de tu consejo, sobre todo a causa del número de implicados; pues muchas personas de todas las edades, clases sociales e, incluso, de ambos sexos son y serán llamados ante el tribunal. Y el contagio de esa superstición no solo se ha extendido por las ciudades, sino también por los pueblos e incluso por los campos; pero me parece que puede detenerse y corregirse. Hay noticia fiable de que templos que estaban ya casi abandonados han empezado a ser frecuentados, de que las ceremonias sagradas, interrumpidas largo tiempo, han empezado a celebrarse de nuevo, y de que por todas partes se vende carne de las víctimas (animales sacrificados), de la que hasta ahora era rarísimo encontrar un comprador. Por todo ello es fácil colegir que esa muchedumbre de personas puede ser sacada de su error, si se les da la oportunidad de arrepentirse.»

Respuesta de Trajano:

«Has seguido el procedimiento que debías, mi querido Segundo, en el examen de los casos de los que habían sido llevados ante ti como cristianos. En efecto, no puede establecerse una regla con valor general que tenga, por así decirlo, una forma concreta. No han de ser perseguidos; si son denunciados y encontrados culpables, han de ser castigados, de tal manera, sin embargo, que quien haya negado ser cristiano y lo haga evidente con hechos, es decir, suplicando a nuestros dioses, consiga el perdón por su arrepentimiento, aunque haya sido sospechoso en el pasado. Sin embargo, los panfletos presentados anónimamente no deben tener cabida en ninguna acusación. Pues no solo se trata de un detestable ejemplo, sino que no es propio de nuestro tiempo.»

Estas palabras de Trajano resultan una crítica indirecta contra el procedimiento seguido por Plinio con los cristianos que habían sido denunciados en el panfleto anónimo, pues este parece que había ordenado que fuesen traídos ante el e interrogados personalmente. El punto de vista del emperador era que Plinio debería actuar tan solo cuando acusadores particulares trajesen ante él a personas acusadas de ser cristianos, ya que entonces aquellos debían proporcionar personalmente las pruebas necesarias, en caso contrario, estaban expuestos a ser juzgados por falso testimonio.

sábado, 1 de junio de 2019

LA ENERGÍA Y MAGNANIMIDAD DE CESAR Y LA HAZAÑAS DE POMPEYO SEGÚN PLINIO EL VIEJO.


Yo creo que el dictador Cayo Julio César es el más sobresaliente en energía de espíritu; y no hago ahora memoria de su valor y constancia ni de su grandeza, capaz de todas las cosas que se contienen bajo la bóveda del cielo, sino de su particular energía y rapidez, ágil como una chispa. Hemos oído decir que solía escribir o leer al mismo tiempo que dictaba y escuchaba, y que dictaba cuatro cartas a la vez de temas de la misma importancia (o, si no hacia otra cosa, siete a la vez, a sus secretarios). El mismo combatió en cincuenta y dos batallas, siendo el único que sobrepaso a Marco Claudio Marcelo (luchó y murió contra Aníbal, al que ganó una vez. Conquistó Siracusa en la batalla en la que murió Arquímedes), que combatió treinta y nueve veces. Pues yo no pondría de ningún modo entre sus títulos de gloria, además de sus victorias sobre ciudadanos, haber matado un millón ciento noventa y dos mil hombres en los combates, un daño tan grande producido al género humano, cosa que el mismo declaró que era así al no publicar las muertes de las guerras civiles.

Que Cesar tenga como algo característico y peculiar, además de lo que se ha dicho, la nota distintiva de su clemencia, en la que supero a todos hasta tener que arrepentirse. Él mismo ofreció un ejemplo de magnanimidad con el que no se podría comparar ningún otro. Por eso, enumerar en esta parte los espectáculos ofrecidos, las riquezas prodigadas o la magnificencia de sus obras sería propio de alguien a quien le gusta la ostentación: la verdadera e incomparable grandeza de su espíritu invicto fue que, después de haberse apoderado de los archivos de cartas de Pompeyo Magno en Falsaria y también de los de Escipión en Tapso, con la mejor fe los quemó sin haberlos leído. 

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Verdaderamente corresponde al honor del Imperio Romano, no sólo al de un hombre, que se mencionen en este más celebre lugar todos los títulos de las victorias y los triunfos de Pompeyo Magno, ya que el brillo de sus hazañas se iguala no sólo con las de Alejandro Magno sino incluso casi con las de Hércules y las del padre Líber. Pues, una vez recuperada Sicilia, momento desde el que comenzó mostrándose primero partidario de Sila en la causa de la República, después de dominar África entera y someterla a su autoridad, por lo que recibió como trofeo de guerra el nombre de Magno, entró en carro triunfal, cosa que nadie había obtenido antes, siendo caballero romano, y pasando inmediatamente a Occidente, además de conseguir trofeos en los Pirineos, añadió a la victoria ochocientas setenta y seis poblaciones, desde los Alpes hasta los confines de la Hispania Ulterior, sometidas a su autoridad, y con gran magnanimidad guardó silencio sobre Sertorio y, después de poner fin a una guerra civil que concitaba a todos los enemigos extranjeros, de nuevo condujo los carros triunfales siendo caballero romano, tan frecuentemente general antes que soldado. Después, enviado a todos los mares y luego a Oriente, volvió trayendo a su patria estos títulos según la costumbre de los vencedores en las competiciones sagradas —en realidad no se coronan ellos mismos, sino que coronan a sus patrias—; por eso, en el santuario de Minerva, que dedicó con el dinero del botín, ofrecía estos honores a Roma:

El general Gneo Pompeyo Magno, concluida una guerra de treinta años, dispersados, puestos en fuga, muertos y rendidos doce millones ciento ochenta y tres mil hombres, hundidos o capturados ochocientos cuarenta y seis barcos, tomadas bajo protección mil quinientas treinta y ocho poblaciones y fortalezas, y sometidos los territorios desde los meotas hasta el mar rojo, cumple su voto, como debía, a Minerva.

Esto es el compendio de su actuación en Oriente. Pero el preámbulo del triunfo que celebró el día tercero antes de las kalendas de octubre, siendo cónsules Marco Pisón y Marco Mésala, era el siguiente:

Habiendo liberado de piratas la costa marítima y habiendo devuelto el imperio del mar al pueblo romano, consiguió honores de triunfo por sus victorias en Asia, el Ponto, Armenia, Paflagonia, Capadocia, Cilicia, Siria, los escitas, judíos, albanos, Hiberia, la isla de Creta, los basternas y, además de esto, sobre el rey Mitridates y sobre Tigranesí.

Lo más grande dentro de la grandeza de aquella gloria fue (según él mismo dijo públicamente en la asamblea, hablando de sus propias hazañas) que recibió Asia como la provincia más lejana y la devolvió a la patria como provincia interior. Si alguien por el contrario quisiera examinar de igual modo las hazañas de César, que se mostró más grande que aquel, debería enumerar el orbe de la tierra absolutamente entero, cosa que convendrá que es infinita.

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