jueves, 28 de noviembre de 2019

NUMA POMPILIO, EL SEGUNDO REY DE ROMA (716 - 674 a.C.).

Tras la muerte de Rómulo, el reinado de la ciudad recayó sobre el sabino Numa Pompilio, llamado el piadoso. Yerno de Titus Tatius, rey sabino que compartió durante un tiempo el reinado de Roma junto a su fundador. Al parecer este no deseaba aceptar la dignidad real, pero su padre le convenció para que aceptara el cargo y servir así a los dioses. Recordado por su sabiduría, su reinado estuvo marcado por la paz y la prosperidad.


Numa Pompilio reformó el calendario romano, ajustándolo mejor al año solar y lunar, añadiendo los meses de enero y febrero hasta completar los doce meses del nuevo calendario. Quedando entonces: Januarius, Februarius, Martius, Aprilis, Maius, Junius, Quintuis (Julius en el 44 a.C.), Sextilis (Augustus en el 8 a.C.), September, October, November y December.


Numa Pompilio riceve dalla ninfa Egeria le leggi di Roma de  Felice Giani, dominio público.



Organizó Roma en distritos, para poder realizar una mejor administración. Repartió buena parte de las tierras conquistadas por Rómulo entre muchos de los ciudadanos. También se le atribuye la organización de los artesanos y profesionales de la Urbe en gremios y oficios, los famosos collegia.

Numa fue recordado como el más religioso de todos los reyes, por encima incluso del propio Rómulo. Instituyó numerosos rituales religiosos romanos, como el de los salii. Durante sus años de mandato se construyeron los templos a Vesta y a Jano, se consagró un altar en el Capitolio al dios de las fronteras Terminus, y se organizaron los flamines de Júpiter, de Marte y de Quirino, (Flamen dialis, martialis, quirinalis), o flamines Mayores, al igual que los otros 12, consagrados a los dioses secundarios o flamines Menores. También organizó las vírgenes vestales de Roma y los pontífices, así como el Collegium Pontificum. La tradición cuenta que durante el gobierno de Numa un escudo llamado Ancila cayó del cielo, mientras él oía al mismo dios Marte que le decía que Roma sería señora del mundo mientras se conservara el escudo. El rey mandó hacer once copias iguales que fueron reverenciadas como sagradas por los romanos. 


Numa Pompilio era amante de la paz y quiso sembrar ideas de piedad y de justicia en la mentalidad romana. Durante su reinado, las puertas del templo de Jano estuvieron siempre cerradas, como muestra de que no había emprendido ninguna guerra a lo largo de su mandato. Se cree que tuvo una relación directa y personal con un número de deidades, la más célebre la ninfa Egeria, quien acorde a la leyenda le enseñó a ser un legislador sabio. Tras 43 años de reinado, Numa Pompilio el piadoso murió de muerte natural.

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Fuente: Guía de la Antigua Roma deGeorges Hacquard

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jueves, 21 de noviembre de 2019

PETICIÓN A JUPITER EN EL DISCURSO DE ALABANZA DEL EMPERADOR TRAJANO POR PLINIO EL JOVEN. (PANEGYRICUS DICTUS TRAIANO IMPERATORI).


VOTOS A LOS DIOSES Y EN ESPECIAL A JÚPITER CAPITOLINO PARA QUE PROTEJAN AL PRÍNCIPE, EN QUIÉN RESIDE LA PROSPERIDAD DEL IMPERIO.

El Panegírico es el discurso que pronunció Plinio el joven, o Gayo Plinio Cecilio Segundo, cuando fue elegido cónsul. El 1 de septiembre del año 100, Plinio, en su propio nombre y en el de su colega, Gayo Julio Cornuto Tertulo, pronunció en el Senado y en presencia del emperador Trajano el tradicional discurso de agradecimiento por la elección para la primera de las magistraturas romanas. 

Relieve de la columna de Trajano, dominio público.


CAPÍTULO 94 - VOTOS A LOS DIOSES Y EN ESPECIAL A JÚPITER CAPITOLINO PARA QUE PROTEJAN AL PRÍNCIPE, EN QUIEN RESIDE LA PROSPERIDAD DEL IMPERIO.

«Al término de mi discurso, yo, el cónsul de Roma, en nombre del género humano, os suplico divinos protectores y guardianes del Imperio, y en especial a ti, Júpiter Capitolino, que continúes prodigándonos tus beneficios y que a tantos presentes tuyos añadas el que éstos duren eternamente. Atendiste los ruegos que te elevamos contra un mal Príncipe (evidentemente Domiciano), concédenos ahora lo que te pedimos en favor de uno completamente distinto a aquél. No te fatigamos con nuestros votos, pues no te suplicamos la paz, ni la concordia, ni la tranquilidad, ni riquezas, ni honores. Uno solo es el voto de los hombres, y es tal que contiene en sí mismo todos esos bienes: LA PROSPERIDAD DEL PRÍNCIPE. Por lo demás, no es nueva para ti la responsabilidad que te confiamos. En efecto, ya entonces tú, por tu propia iniciativa, pusiste a nuestro Príncipe bajo tu protección, cuando lo salvaste de las fauces del más codicioso de los ladrones (nuevamente Domiciano), pues, en aquellos tiempos en que todos los mejores eran abatidos, éste, que era superior a todos los demás, no pudo permanecer incólume sin tu ayuda: pasó inadvertido a un pésimo Príncipe quien no podía pasar inadvertido a uno excelente. Nos enviaste luego una clara señal de la elección que habías hecho en su persona, cuando renunciaste en su favor a tu título y a las aclamaciones en tu honor el día en que él debía partir para ponerse al frente de su ejército. Expresaste a continuación lo que sentías por boca del emperador (en este caso Nerva, su padre adoptivo), y elegiste así un hijo para él, un padre para nosotros, un Pontífice Máximo para ti. Por ello, en los mismos términos en los que nuestro Príncipe ordena que se hagan por él los votos a los dioses, con tanta mayor confianza te ruego y suplico, “si gobierna sabiamente el Estado y de acuerdo con el interés general”, en primer lugar, que lo conserves sano y salvo para nuestros nietos y bisnietos, y después, que algún día le concedas un sucesor que él mismo haya engendrado y que haya instruido y formado a semejanza del hijo adoptivo que él es, o bien que, si esto le es negado por el hado, lo asistas con tu consejo a la hora de elegir sucesor, y le señales a alguien digno de ser adoptado en el Capitolio.»

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Fuente: Panegírico del emperador Trajano, Edición y traducción de José Carlos Martín.

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domingo, 17 de noviembre de 2019

LOS SUEÑOS Y EL COMPORTAMIENTO DE LOS ANTIGUOS.

Como escritor de ficción histórica uno de los problemas que tengo que solucionar es la de ver la hipotética vida de mis protagonistas no con la visión moderna de las cosas sino con los ojos del pasado. Para lograr eso estudio su religión, sus supersticiones y, entre otras cosas, sus sueños. En este caso hablaré sobre las visiones que según decían obtenían mientras dormían pues su interpretación nos hace conocedores del cómo veían las cosas y el cómo relacionaban los diferentes hechos que vivían. La función y el significado de los sueños ha variado a lo largo de la historia. Por tanto, las teorías han evolucionado, dándole al sueño diferentes funciones: aprendizaje, supervivencia, descanso y creencias místicas. En muchas culturas, la interpretación de los sueños ha estado cargada de un contenido mágico, influyendo de forma directa en la vida cotidiana. Para intentar no perder esa perspectiva utilizo entre otras obras la interpretación de los sueños de Artemidoro de Efeso (siglo II d.C.). 


Según el autor, nuestro espíritu, que no aguarda ninguna ayuda exterior para la revelación de estos mensajes, en cierto modo nos grita: «Observa y presta atención, en la mayor medida que sea posible, a lo que has aprendido de mí». Todos estarán de acuerdo en que las cosas suceden así. Nadie, de hecho, se atreverá a afirmar que tales presagios no se realizan inmediatamente después de la visión; es más, algunos de ellos tienen lugar al tiempo de la percepción, por así decirlo, mientras aún dura el fenómeno onírico. 

Artemidoro era consciente de que no todos los sueños eran visiones. En lo que concierne a la diferencia existente entre la visión onírica y el ensueño se distinguen en que la primera, cuando se produce, es un indicio de lo que acontecerá, y el segundo, de lo que existe en el presente. Con mayor claridad se comprende con lo que sigue: ciertas pasiones tienen por naturaleza la prerrogativa de aflorar, de imponerse al espíritu y de suscitar determinadas figuraciones. Por ejemplo, el enamorado cree necesariamente durante el sueño que está en compañía de los jóvenes que ama, el atemorizado ve lo que le espanta y, a su vez, el hambriento supone que come, el sediento que bebe e, incluso, el que está repleto de comida que vomita o que respira fatigosamente. En realidad, cuando actúan las pasiones, sucede que se perciben unas imágenes que no expresan una predicción del futuro, sino una rememoración de la realidad. En cambio, la visión onírica actúa llamando la atención sobre el anuncio de acontecimientos futuros durante el transcurso del período onírico y, una vez superado este, influyendo eficazmente en nuestras empresas. Dicha visión origina de forma natural que el alma esté despierta y en alerta. La visión onírica es una intervención del alma que señala los bienes y los males venideros. Por ser esto así, el alma predice cuanto sucederá con el transcurso del tiempo, tarde o temprano, y todo lo expresa a través de unas imágenes naturales y apropiadas, llamadas elementos, por considerar ella que en el intervalo nosotros podremos conocer el futuro. 

Pintura de  Johann Heinrich Wilhelm Tischbein (1802), dominio público

Los siguientes párrafos son interpretaciones de sueños considerados por Artemidoro de Efeso visiones oníricas. Para aprender de ellos es básico entender el sueño, el comportamiento del individuo, y las consecuencias de la visión, que señalan «Los bienes y los males venideros». Como dije al principio de este post, es uno de los métodos que utilizo para el diseño de mis protagonistas, y de sus actitudes, en mis obras. 
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* Un padre que tenía tres hijos soñó que dos de ellos, tras haberlo troceado, lo devoraban y que el más joven —que estaba presente— se enfurecía contra sus hermanos, manifestaba su dolor y proclamaba con repugnancia: «Yo, ciertamente, no me comeré a mi padre». Sucedió que el hijo menor de aquel hombre murió. Únicamente éste se quedó sin gustar no ya las carnes de su progenitor, sino tampoco su patrimonio, puesto que falleció antes que él y, por consiguiente, no disfrutó de la herencia. Los otros, que sí lo habían probado, fueron los sucesores de la hacienda paterna. 
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* Una mujer soñó que su amante le regalaba una cabeza de cerdo. Empezó a sentir odio por él y acabó por abandonarlo. En realidad, este animal no es grato a Venus. 
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* Un individuo soñó que llevaba sobre sus hombros una gran cantidad de oro reluciente. Se quedó ciego a causa del resplandor de este metal: ciertamente, este brillo dañó, como es natural, la vista del portador. 
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* Un enfermo de estómago, el cual había pedido a Esculapio una prescripción, soñó que había entrado en el templo del dios y que éste tendiéndole su propia mano le daba de comer sus dedos. Comió cinco dátiles y se curó: en efecto, los frutos de la palmera de buena calidad son llamados también de este modo". (El término dáklylos ofrece un doble significado: «dedo» y «dátil». En castellano existe también esta posibilidad en un uso coloquial). 
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* Una mujer soñó que tenía entre sus manos el miembro viril de su marido, el cual había sido separado de su cuerpo, y que ella lo cuidaba y vigilaba con mucha atención para que no le sobreviniese ningún mal. De su esposo tuvo un hijo, al que ella crio. En realidad, el miembro del hombre era el símbolo del hijo, puesto que había sido engendrado por él. Mas, como aparecía desligado del resto del cuerpo, una vez que sacó adelante a su retoño, se separó de su cónyuge. 
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* Un enfermo soñó que entraba en el templo de Júpiter e interrogaba al dios con estas palabras: «¿Mejoraré? ¿Viviré?». Júpiter no le respondió de palabra, pero hizo una señal afirmativa con la cabeza. Al día siguiente el hombre murió como era lógico: en realidad, la divinidad, al asentir, había mirado hacia la tierra. 
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* Un individuo soñó que, cuando se encontraba en una avenida próxima al mercado, tenía un espejo de barbero y que le producía un gran placer la posibilidad de contemplarse en él. Luego, como se le ofreció esta oportunidad, se miró y descubrió su rostro lleno de manchas. Él estaba enamorado de una prostituta y la había cogido por la fuerza sin que nadie se la cediese. De esta unión nació un hijo que tenía un defecto, no sólo por su origen, sino también por ser estrábico. El espejo del barbero simbolizaba a la mujer pública, que se encontraba a la disposición de todos y a la que el seductor había conseguido no sin dificultad: pues, de hecho, existían los que se oponían a que se llevase a dicha mujer. Como vio su propia imagen, tuvo un hijo semejante a él en todo y, en consecuencia, no estaba exento de alguna falta, puesto que el rostro del progenitor tenía manchas.
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jueves, 14 de noviembre de 2019

EJEMPLOS DE TABLILLAS DE VINDOLANDA Y VINDONISSA

Los militares de la Antigüedad redactaban cartas oficiales y personales en diversos formatos y soportes: papiro, tablillas de madera, tablillas de cera y óstraca (fragmentos de cerámica). En esta ocasión os mostraré ejemplos de tablillas localizadas en Vindolanda, datadas entre los años 95 y el 105 d.C., y en Vindonissa, entre el 30 y el 101 d.C. El primer castrum estaba en Britania y el segundo en lo que los romanos llamaban Galia y ahora es Suiza. 


Roman writing tablet Creative Commons 3.0 by Michel walyenda


Tablillas de tinta sobre madera de Vindolanda. 

Estas primeras pertenecen a un oficial, probablemente el prefecto de la VIIII cohorte de los bátavos. 

En esta primera nos demuestra que sin duda le gustaba cazar. 
(Tablilla nº 23·)

Flauius Cerialis Broccho 
suo salutem 
si me amas frater rogo 
ṃittas mihi plagas. 

“Flavio Cerial a su querido Broccho, saludos. Si me amas, hermano, te ruego que me envíes unas redes para cazar”. 
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En esta misiva los buenos deseos para el oficial son evidentes. Interesante pues es uno de los testimonios de felicitación de año nuevo. 
(Tablilla nº 261) 

Hostilius Flauianus Cereali 
su0 salutem 
annum `nouom´ fausṭum felicem 

“Hostilio Flaviano a su querido Cerial, saludos. (Te deseo) un año nuevo próspero y feliz”. 
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Claudia Severa, mujer de un amigo de Cerial, invita a Lepidina a ir a su cumpleaños e incluso se piensa que la parte final de la carta, con distinta letra, puede ser de la propia Severa, con lo que estaríamos ante uno de los raros testimonios de un texto latino escrito directamente por una mujer. 
(Tablilla nº 291) 

Columna 1: 
Cl(audia) Seuera Lepidinae [suae] 
salutem 
iii Idus Septembres soror ad diem 
sollemnem natalem meum rogo 
libenter fạcias ut uenias 
ad nos iucundiorem mihi 

Columna 2: 
diem interuentú tuo factura si 
aderis 
Cerialem tụum saluta Aelius meus 
et filiolus Salutant 
sperabo te soror 
uale soror anima 
mea ita ualeam 
karissima et haue. 

Dorso: 
Sulpiciae Lepidinae 
Cerialis 
a Seuera. 

“Claudia Severa a su querida Lepidina, saludos. Te ruego sinceramente, hermana, que el día 11 de septiembre hagas lo posible para venir a nuestra casa a la celebración del día de mi cumpleaños. Si estás presente, me harás el día más alegre con tu llegada. Saluda a tu Cereal. Mi Elio y mi hijito te saludan. Te esperaré, hermana. Qué estés bien, hermana, como así lo esté yo, queridísima, y un saludo”. Al dorso: “Para Suplicia Lepidina, (esposa) de Cerial. De parte de Severa”. 

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Las tablillas de cera de Vindonissa 

También hay tablillas escritas por soldados rasos. En esta uno de ellos muestra su alegría por obtener unos días de permiso. 
(Tablilla 40) 

si tandem feriatus, quidquam vaco 
castris. Ut a cohorte mi rescribas, ut 
semper in mentem abes ut mi 
rescribas. 
Ave, et opto bene valeas. 
mi= mihi; abes= habeas 

“¡Por fin de vacaciones! Estoy libre completamente de la vida castrense. Escríbeme desde la cohorte, acuérdate siempre de escribirme. Te saludo y deseo que estés bien”. 

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En esta ocasión otro soldado pide calzado. Solo se conserva la primera parte del texto. 
(Tablilla 36) 

Soleas clavatas fac mittas 
nobis, ut abeamus. Cum veniemus... 

“Envíanos sandalias claveteadas para que podamos irnos. Cuando lleguemos...”

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domingo, 10 de noviembre de 2019

TRAJANO, GUERRAS DACIAS; ANTECEDENTES.




Encuentros previos a las guerras dacias de Trajano.


La guerra de la Dacia fue el primer conflicto del imperio de Marco Ulpio Trajano. Este no podía olvidar la humillación que supusieron las condiciones del tratado de paz firmado por Domiciano. El rey dacio, Decébalo, presumía de su poder, de haber vencido a Roma y se mostraba orgulloso enseñando a las embajadas, que visitaban su reino, los estandartes y las águilas de las legiones vencidas. Sumar a eso que estaba acogiendo a desertores romanos en su ejército y que este iba haciéndose más grande cada año.

Cuando Trajano subió al trono, a principios de 98 d.C., preparando, quizá, la que sería su nueva campaña permaneció en el Rin, pacificando y fortificando la zona. Durante ese año se dedicó a inspeccionar todas las tropas del limes del Rin pues esa frontera había estado muy activa los años anteriores. Pero la siguiente primavera, 99 d.C., viajó por la región del Danubio, dando instrucciones a las legiones de construir nuevos fuertes y calzadas militares. Antes de ir a Roma, que no había visitado como emperador todavía, intensificó el entrenamiento de las tropas que defendían este último limes.



Trajano museo de Munich, dominio público.



Con todo preparado, en el mayor secreto posible, en marzo de 101 d.C. el Emperador partía de Roma en dirección al Danubio seguido por miles de pretorianos y de su guardia personal, la Caballería Singular imperial. Acabaría con el orgulloso Decébalo. Sin embargo, esa no era la primera vez que Roma y las tribus o los reinos del norte del Danubio se enfrentaban.

Augusto, recién acabada la guerra civil contra Marco Antonio.

En el año 30 a.C. Augusto, que quedó como gobernante único, decidió enviar como cónsul de la provincia de Macedonia a Marco Licinio Craso (nieto de Craso, el triunviro). Este estaba ansioso por demostrar lealtad al nuevo hombre fuerte de Roma pues había luchado en el bando de Marco Antonio. En ese destino tuvo la oportunidad de demostrar su valía. Al poco de hacerse con la provincia los bastarnos cruzaron el Danubio atacando Mesia (o Moesia) y amenazando con hacer lo mismo en la Tracia, por entonces un reino aliado de Roma. Marco Licinio marchó con sus tropas a defender a su aliado. Los bastarnos usaban lengua germánica, su apariencia era similar a la de los sármatas, pero, sin embargo, eran de origen escita.

Craso acudió presto a la ayuda de su aliado y en cuanto los invasores vieron a las legiones romanas se dirigieron hacia el norte intentando huir. Marco Licinio Craso no desaprovechó la ocasión y los siguió hasta exterminarlos o hacerlos prisioneros y venderlos como esclavos. Dión dice que al verse totalmente perdidos muchos de ellos se lanzaban al Danubio. La victoria fue fácil y no muy espectacular pero, probablemente para agradar a Octavio Augusto, el Senado votó el concederle el triunfo a Craso; no olvidemos que fue la primera victoria del nuevo régimen. La legión que acompañó al gobernador de la provincia de Macedonia se conoció desde aquel momento como la Legio IV Scythica.

Año de los cuatro emperadores: Otón, Galba, Vitelio y Vespasiano.

Bastantes años más tarde en 69 d.C., Fulvio Aurelio junto a la Legio III Gallica se enfrentaron en esta ocasión a los Roxolanos, que habían formado un ejército de miles de jinetes y amenazaban la provincia de Mesia. Los Roxolanos disponían de armaduras de escamas, largas lanzas de 3 metros y utilizaban grandes espadas, disponían también de arqueros expertos. Estos hombres eran bravos y luchaban de forma formidable pero al parecer eran confiados y eso fue su perdición. En esa batalla cometieron dos grandes errores: no apostaron centinelas en su campamento y no disponían de infantería de apoyo. El mismo Tácito dijo: «Cuando cargan en escuadrones, muy pocas líneas de infantería son capaces de resistir ante ellos». Sumar a eso que la Legio III Gallica había sufrido poco antes el rigor del levantamiento en Judea y había perdido muchos hombres, y mucho prestigio, por lo que estaba deseosa de obtener un triunfo que lavara su nombre. Según cuentan las fuentes las legiones, desplazándose sigilosamente, atacaron el campamento por sorpresa. Los Roxolanos no pudieron defenderse. Los romanos utilizaban la distancia corta para atacar en la que tenían ventaja ante las largas lanzas de sus oponentes. No olvidar que el tener que manejar armas tan voluminosas hacía imposible que tuvieran escudos. Añadir que eran caballería ligera y pesada y entre sus habilidades no estaba la de luchar en tierra. Esas mismas fuentes dicen que se contabilizaron 9000 muertes enemigas, las de los legionarios fueron tan pocas que ni se informaron.

Domiciano, cuarto año de su imperio.

El siguiente incidente no fue tan favorable para Roma, más bien lo podríamos considerar un desastre. En 85 d.C. Decébalo acababa de ser nombrado rey de la Dacia y con un ejército cruzó el Danubio e invadió la provincia de Mesia. Las guarniciones romanas fueron tomadas por sorpresa y fueron cayendo una tras otra. El gobernador, Opio Sabino, al mando de la Legio V Macedonica quiso enfrentarse a los invasores para expulsarlos de suelo romano, pero su decisión fue precipitada. Él murió y la V Macedonica sufrió grandes pérdidas. Desde la Urbe se reaccionó lo más rápido que se pudo y se envió a la IV Flavia junto a todos sus auxiliares de apoyo. Cuando llegaron ya era tarde: Decébalo había vuelto a la Dacia llevándose consigo un gran botín y miles de prisioneros.


Falx dacia, CC3 by Petter Bøckman.

Al año siguiente Cornelio Fusco, el prefecto del Pretorio, fue elegido por Domiciano para acabar con la amenaza. Tras algunos aparentes éxitos se dirigió directamente a la capital Dacia, Sarmizegethusa, situada en una loma de la escarpada cadena de los Cárpatos. Al parecer su ejército se componía de la VII Claudia, la V Alaudae, más cohortes de la V Macedonica y la IV Flavia, con las tropas auxiliares de apoyo; es probable que también hubiese alguna cohorte pretoriana. La inexperiencia de Fusco hizo que estas tropas cayeran en una emboscada en la que él mismo murió: se perdió toda la V Alaudae y sus estandartes, muchas unidades de la Flavia y la Adiutrix, cohortes pretorianas, provisiones y mucha de la artillería. Los legionarios explicaron los efectos de la falx Dacia, describiendo cómo esta era capaz de atravesar yelmos y que amputaba brazos o piernas. Dión Casio escribiría de Decébalo: «Era un lince para las cuestiones relacionadas con la táctica bélica y tenía asimismo buen ojo para salir victorioso en las guerras. Sabía juzgar con perspicacia qué momento era bueno para atacar y cuál resultaba preferible para replegarse. Era experto en el arte de tender emboscadas y un maestro en las batallas a campo abierto. Además, no sólo sabía cómo sacar partido a un triunfo, sino asimismo como gestionar adecuadamente una derrota».

Decébalo rey de los dacios, dominio público.
Tras dos años Domiciano trató de revertir la situación. Las encargadas en este caso fueron las tropas romanas de Mesia Superior, cuyo núcleo eran las legiones IV Flavia y VII Claudia reforzadas por la I Adiutrix (Dalmatia) y la II Adiutrix (Britannia). Estas tropas recibieron además la ayuda en forma de destacamentos (vexillationes) de otras legiones como la I Italica y la V Macedonica (Mesia Inferior), además de la XIII Gemina y la XV Apollinaris (Pannonia). Todas las legiones se desplazaron junto a sus unidades de auxiliares. Se añadieron otros destacamentos en tareas de apoyo como de la II Augusta, IX Hispana, XX Valeria, la IV Scythica, la VII Gemina y otras. Al frente de estas tropas fue puesto el gobernador de Mesia Superior, Lucio Tetio Juliano. El ejército cruzó el Danubio y se internó en territorio dacio. Los romanos avanzaban en dirección a la capital, en su camino tenían que atravesar el desfiladero de Tapae. Allí se enfrentaron a un numeroso ejército bárbaro compuesto por sármatas, bastarnos, roxolanos, dacios y tribus germanas. Las legiones incorporaron cascos con una protección adicional y manicas, protecciones a base de placas unidas con cuero que protegían el brazo derecho, el que portaba el gladius. Tras una dura batalla los romanos vencieron, aunque tuvieron que parar su avance a la capital pues el invierno estaba próximo. Tetio Juliano optó por la prudencia y decidió pasar el invierno en Tapae .

La primavera siguiente fue convulsa para Roma, las legiones del alto Rin junto a Lucio Antonio Saturnino se revelaron, los dacios estaban reforzando fuertemente la defensa de su capital y los sármatas habían vuelto a cruzar el gran río y atacaban Mesia. Temiendo, quizá quedar rodeado, Tetio juliano abandonó la Dacia para obtener una posición más segura y reforzar las tropas situadas al sur. Tras todos estos acontecimientos Domiciano pidió una tregua y se firmó un tratado. Roma tenía que pagar grandes cantidades de oro a cambio de la paz, también proporcionaría a Decébalo ingenieros e instructores militares. Los dacios se retirarían de los terrenos conquistados en Mesia y prometían la paz en el futuro.

Este tratado era un insulto para Roma y para el nuevo emperador Marco Ulpio Trajano. En el año 101 de nuestra era, bajo el mando de casi un tercio del poder militar del ejército romano, este invadiría la Dacia y devolvería el honor al Imperio.

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Escrito por Ángel Portillo.

Fuentes: Legiones romanas de Dando Collins, Diccionario de batallas de la historia de Roma de Julio Rodríguez González. https://arrecaballo.es/, https://www.livius.org/


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