domingo, 16 de enero de 2022

PREVENCIÓN DE LA SALUD EN EL EJÉRCITO ROMANO.

Los Hombres

La primera actuación para prevenir la salud se realizaba en el reclutamiento. Los legionarios romanos del Imperio tenían que, tras cumplir unos requisitos legales, someterse a un proceso de selección en el que se incluía la probatio. Esta eran pruebas físicas y un básico reconocimiento médico para descartar a jóvenes con defectos o muestras de falta de entereza física.

Vegencio en la Recopilación Sobre las Instituciones Militares, nos indica las características físicas deseables de los reclutas:

“Aquellos que se dedican a supervisar las nuevas levas deberían ser particularmente cuidadosos en examinar sus caras, sus ojos y la constitución de sus miembros, para poder hacerse un juicio veraz y elegir a los más a propósito para ser buenos soldados. La experiencia nos demuestra que hay en los hombres, como en los perros y los caballos, signos evidentes por los que descubrir sus virtudes. Los soldados jóvenes, así pues, deben tener una mirada despierta, llevar la cabeza erguida, su pecho debe ser ancho, sus hombros musculosos y fuertes, sus dedos largos, sus brazos fuertes, su cintura pequeña, sus piernas y pies tan nervudos como flexibles”.

Su preferencia era además elegir a campesinos pues al carecer de los lujos de los de la ciudad estaban más preparados para el servicio. Vegencio nos dice, entre otras cosas:

“Están más capacitados para empuñar las armas pues desde su infancia han estado expuestos a toda clase de climas y criados para el trabajo más duro. Son capaces de soportar el mayor calor. Son sencillos, se contentan con poco, están acostumbrados a toda clase de fatigas y preparados, en cierta medida, para la vida militar por su continuo empleo en labores agrícolas, en manejar la azada, cavando zanjas y llevando cargas, soportando el Sol y el polvo. Sus comidas suelen ser rústicas y moderadas”.

Así pues, solo podían entrar en el ejército jóvenes, a priori, sanos según los criterios de la antigüedad.



El castrum.

En el castrum se conoce de la presencia de miembros del cuerpo médico, más o menos especializados, en los entrenamientos. Se prestaba especial atención al ejercicio y a la alimentación. Desde su punto de vista la práctica diaria de los ejercicios militares era la técnica más eficaz para la salud de los hombres. Mucho más que todo el arte de la medicina militar. Por este motivo se ejercitaban sin cesar.

En los desplazamientos, el ejército, habitualmente, no permanecía mucho tiempo en las cercanías de pantanos insalubres e infectados de insectos o de aguas estancadas. También evitaban planicies secas y prominencias sin alguna clase de sombra o techo. Si se marchaba con calor se comenzaba al romper el día para llegar a destino con tiempo agradable. En tal caso las tropas acampaban siempre en tiendas pues los legionarios podrían caer enfermos por el calor y la fatiga de la marcha. En inviernos, se trataba de no marchar por la noche, con hielo o nieve, ni se exponían sin madera o abrigo. Un soldado aterido por el frio nunca estará saludable ni será adecuado para el servicio.

En cuanto a la alimentación, según algunas fuentes, a los soldados se les proporcionaba diariamente: 330gr de carnes y pescados, 800gr de trigo, 330gr de vegetales y legumbres, y no faltaba sal y aceite de oliva. Esa alimentación no solo contribuía a mantener a los legionarios, sino que también ayudaba a producir los soldados más sanos y mejor alimentados que había visto el mundo en aquella época.

Para los oficiales, máximos responsables de la salud de los hombres, poco se podía esperar de hombres que han de combatir tanto con la enfermedad como con el enemigo: "La salud en el campamento y la victoria en la batalla dependen de ello".

Aquis Querquennis CC3 by Luis Miguel Bugallo Sánchez


El lugar
Para elegir el lugar del campamento era muy importante el suministro de agua:

«La salubridad del agua se reconoce así: ante todo, que no proceda de estanques o charcas, que no tenga su nacimiento en las minas, que sea trasparente y no esté alterada por sabor u olor alguno y que no deposite lodo, que alivie el frío por tibia y aplaque el calor del verano por fresca».

Eran conscientes de que había cosas ocultas en el agua así que también buscaban síntomas en los habitantes de la zona: si la faz y la cabeza la tenían sanas y sin afecciones; si la enfermedad era frecuente en pulmones y estómago; si en el vientre o los riñones no había dolor o inflamación o enfermedades en la vejiga. Cuando esos síntomas eran visibles en muchos de los residentes había que evitar al máximo posible esa zona.

No eran apreciados los lugares apartados o valles profundos en los que fueran frecuentes las nieblas y en los que no se renovara el aire con frecuencia. Por ese motivo buscaban si los habituales de la zona tenían: un color sano; la cabeza bien erguida; la mirada clara; el oído fino y la voz cristalina. De esta forma, tan elemental, se comprobaba la pureza del aire, pues lo contrario denotaba un tipo de clima insano.

Ejemplos de otras medidas de prevención
Los almacenes, horrea, se orientaban al norte, lejos de los baños, hornos, estercoleros y establos, cisternas, aguas sucias y demás sitios de mal olor. Se situaban además un poco elevados y lejos de toda humedad, frescos, ventilados y secos.

Para dotar de agua a los aljibes les parecía más higiénico llevar el agua por tuberías de barro y que se recogiera en una cisterna cubierta. Además, el agua de lluvia era la preferida para dar de beber a los hombres, hasta el punto de que, aunque se pudiera recurrir al agua corriente, esta, si era posible, debía dejarse para los baños y el cultivo de las huertas.

Los establos y las cuadras de los caballos y de los bueyes se construían mirando al sur, pero con ventanas mirando al norte que se cerraban en invierno y se abrían en verano. Era aconsejable que se orearan al mediodía y se expusieran al sol. Para mitigar el calor del verano, construían con horcas, estacas y follaje y hojas sombras para los animales. Había que evitar al máximo la humedad en estas instalaciones. Eran totalmente conscientes que tras la enfermedad de los animales asomaba la enfermedad en los hombres.

Las famosas letrinas se debían construir lo más lejos posibles de los anteriores lugares. En los campamentos “estables” se construían con canales de desagüe y recolección de las aguas negras por medio de una red de alcantarillado. La evacuación se hacía río abajo y lo más lejos posible de la captación de agua.

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FUENTES:
Tratado de agricultura de Rutilio Tauro Emiliano Paladio
Legio XIIII Capsarius/Medicus Equipme Built by Joseph Biggie.
Collective Care of Soldiers and Slaves: Roman Valetudinaria ( academia.edu)
La cirugía en el imperio romano. Luis Monteagudo Garcia.
Epitoma institutorum rei militaris de FLAVIO VEGECIO
EL EJÉRCITO ROMANO de Antonio Diego Duarte Sánchez.