martes, 30 de abril de 2019

ARTÍCULO SOBRE LIGNVM EN EL DIARI DE TARRAGONA, EDICIÓN TIERRAS DEL EBRO.

Ángel Portillo presenta ‘Lignum’, una trilogía sobre la antigua Roma.
Es el primer volumen de la serie sobre la vida de Aurelio Vitalis, en el Imperio de Ulpio Trajano.

Diari de Tarragona, Artículo LIGNVM

(Traducción al Castellano)
Ángel Portillo inicia la trilogía sobre la vida de Aurelio Vitalis el primer año del Imperio de Ulpio Trajano. El joven Vitalis explica en primera persona cómo ve la vida, mientras intenta salir adelante como miembro de la corporación de transportistas de mercancías (carrucarii), pero la vida lo lleva a un destino totalmente inesperado para él. Lignum es un olvidado, un ser insignificante del cual nunca hablarán los libros de historia», apunta Ángel Portillo. 

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Aurelio intenta sobrevivir en una ciudad, capital de un imperio, que lo ignora: los poderosos lo oprimirán, lo explotarán y lo engañarán. La violencia, el hambre y la enfermedad son el pan nuestro de cada día. Nacido en Roma, pero en una pobre casa plebeya donde abundan la necesidad y la falta de esperanza. Ante este panorama, con 18 años, emprende un largo viaje hacia la supervivencia, como transportista de mercancías y legionario, acabando en el campamento de Novae, en la actual Bulgaria. Durante este periplo conoce a Tibaste, un íbero del Castellet de Banyoles (Tivissa), los dos nos hacen reflexionar sobre sus visiones divergentes del mundo y de la vida.


El libro incorpora varias fábulas que contribuyen a situar al lector en el contexto en el que se mueven los personajes de la novela. Para lo cual, Portillo ha necesitado dos años de documentación, «sobre todo he consultado las fábulas de Esopo, Fedro y Aviano. También planos de la antigua Roma, libros sobre la vida social y militar romana, etc. Me han sido muy útiles las investigaciones de la Universidad de Varsovia sobre las excavaciones en Novae».

El segundo volumen de la trilogía (Lignum en Tapae) sobre la vida del soldado en las guerras Dacias se publicará en septiembre. El último todavía no tiene fecha de edición, pero sí título: Lignum en Roma, donde narrará la vuelta a Roma y tomará mucha importancia la antigua Ilercavonia.

Lignum ya se ha presentado en Tortosa y en Sant Carles de la Ràpita, están por concretar presentaciones en Flix (donde Portillo ha sido profesor del instituto) y en Sagunto en septiembre. La afición por el mundo romano de este profesor de instalaciones electrotécnicas y tecnología del Instituto del Ebro de Tortosa, le viene por la contemplación del mar Mediterráneo, ahora desde Sant Carles de la Ràpita, donde reside, y antes en Badalona, donde vivió su infancia y juventud. «Mirando al Mediterráneo te das cuenta que todavía somos romanos, es el mar de las culturas», afirma. Un lugar que también lo ha marcado es el Museo de Badalona, situado sobre las ruinas de la antigua ciudad romana de Baetulo. 


Ángel Portillo forma parte, entre otras propuestas, del grupo de reconstrucción y recreación histórica romana Barcino Oriens.


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Versió en Català.

Ángel Portillo presenta ‘Lignum’, una trilogia sobre l’antiga Roma
És el primer volum de la sèrie sobre la vida d‘Aurelio Vitalis, a l’Imperi d’Ulpi Trajà.



Ángel Portillo inicia la trilogia sobre la vida d’Aurelio Vitalis el primer any de l’Imperi d’Ulpi Trajà. El jove Vitalis explica en primera persona com veu la vida, mentre intenta tirar endavant com a membre de la corporació de transportistes de mercaderies (carrucarii), però la vida el porta a una destinació totalment inesperada per a ell. «Lignum és un oblidat, un esser insignificant del qual mai parlaran els llibres d’història», apunta Ángel Portillo.


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 Aurelio intenta sobreviure en una ciutat, capital d’un imperi, que l’ignora: els poderosos l’oprimiran, l’explotaran i l’enganyaran. La violència, la fam i la malaltia són el pa nostre de cada dia. Nascut a Roma, però en una pobra casa plebea on abunden la necessitat i la falta d’esperança. Davant aquest panorama, amb 18 anys, emprèn un llarg viatge cap a la supervivència, com a transportista de mercaderies i legionari, acabant en el campament de Novae, a l’actual Bulgària. Durant aquest periple coneix Tibast, un iber del Castellet de Banyoles (Tivissa), tots dos ens fan reflexionar sobre les seues visions divergents del món i de la vida.

El llibre incorpora diverses faules que contribueixen a situar el lector en el context en què es mouen els personatges de la novel·la. Per a això, Portillo ha necessitat dos anys de documentació, «sobretot he consultat les faules d’Isop, Fedro i Aviano. També plànols de l’antiga Roma, llibres sobre la vida social i militar romana, etc. M’han estat molt útils les investigacions de la Universitat de Varsòvia sobre les excavacions a Novae».

El segon volum de la trilogia (Lignum en Tapae) sobre la vida de soldat a les guerres de Dàcia es publicarà al setembre. L’últim encara no té data d’edició, però sí títol Lignum en Roma, on narrarà la tornada a Roma i prendrà molta importància l’antiga Ilercavònia.
Lignum ja s’ha presentat a Tortosa i la Ràpita, estan per concretar les presentacions a Flix (on Portillo ha estat professor de l’institut) i a Sagunt el setembre. L’afició pel món romà d’aquest professor d’instal·lacions electrotècniques i tecnología a l’Institut de l’Ebre de Tortosa, li ve per la contemplació del mar Mediterrani, ara des de Sant Carles de la Ràpita, on resideix, i abans a Badalona, on va viure la seva infància i joventut. «Mirant la Mediterrània t’adones que encara som romans, és la mar de les cultures», afirma. Un lloc que també l’ha marcat és el Museu de Badalona, situat sobre les ruïnes de l’antiga ciutat romana de Baetulo. 

Àngel Portillo forma part, entre d’altres propostes, del grup de reconstrucció i recreació històrica romana Barcino Oriens.

lunes, 29 de abril de 2019

EL MILAGRO DE LA LLUVIA y el triunfo de Maco Aurelio (174 d.C.) con la Legio XII Fulminata.

“En pleno verano, en un campo de batalla en Panonia, los dos ejércitos se encontraron. El terreno era favorable a los cuados y hacía un calor abrasador, según relata Dión, cuando los guerreros germánicos, «muy superiores en número», aparentemente sorprendieron a los legionarios en marcha a primera hora de la mañana [Dión, LXXII, 8].

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[…] La situación de Marco Aurelio y la legión XII, que estaba rodeada, era desalentadora. Según relata Dión, los legionarios, con sus escudos encajados entre sí y, al parecer, en formación de orbis, crearon un sólido muro a su alrededor, dejando a la caballería y al séquito del emperador en el centro de la formación. A pesar de emplear varias horas, muchas de sus lanzas y buena parte de su energía en el ataque, los cuados no consiguieron romper la línea de legionarios [Dión, LXXII, 8]. En consecuencia, el rey Ariogesto ordenó detener el ataque y retiró a sus guerreros, pero mantuvo el círculo en torno a la XII Fulminata y su emperador y se dispuso a esperar a que los romanos capitularan. Porque Marco Aurelio y la legión XII Fulminata, declara Dión, «se hallaban en una situación lastimosa, por la fatiga, las heridas, el calor del sol y la sed que tenían».

Acompañaba a Marco Aurelio el egipcio Arnuphis, quien, según afirma Dión, era mago. En aquel momento, Arnuphis empezó a entonar unos cánticos a diversas deidades, y en especial al equivalente egipcio de Mercurio, el dios del aire, pidiendo que interviniera en nombre del emperador y sus tropas. Poco tiempo después, aparecieron unas nubes grises en el cielo y empezó a caer una fuerte lluvia. «Al principio, todos levantaron las caras y recibieron el agua en la boca. Después, algunos extendieron sus escudos y algunos sus cascos, para recogerla». Las tropas romanas no solo bebieron grandes cantidades de agua de lluvia, sino que también se la dieron a sus caballos. La sangre de los soldados romanos heridos se mezclaba con el agua de sus cascos, pero eso no los detuvo: agradecidos, bebieron el agua ensangrentada .
Los cuados, viendo que los romanos se habían concentrado en calmar su sed, cargaron de repente contra la línea de legionarios. Algunos que habían bajado sus curvados escudos para beber o que los habían elevado para recoger la lluvia, cayeron bajo las lanzas germánicas. Cuando los cuados se abalanzaron para iniciar el combate cuerpo a cuerpo, la defensa romana carecía de solidez. Sin embargo, la intensidad de la tormenta se incrementó y ahora el granizo empezó a golpear a ambos ejércitos, cayendo como piedras lanzadas con hondas. Los legionarios, protegidos por cascos y armaduras, podían resistir el granizo, pero los germanos, desprovistos de cualquier protección, sufrieron toda la fuerza de la granizada, por lo que interrumpieron el ataque y corrieron a refugiarse bajo los árboles.

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La tormenta arreció. En lo alto resonaban los truenos y varios rayos cayeron sobre los árboles con terroríficos resultados. No solo hicieron que los árboles estallaran en llamas, también los guerreros cuados y sus armas fueron alcanzados por los rayos. El poeta Claudiano describió la escena con las siguientes palabras: «Las lanzas se encendieron, fundidas por el rayo, y las espadas desaparecieron de repente en una nube de humo». Aquí un guerrero cuado «se desplomó bajo su casco destruido por el fuego», allí un jinete quedó temblando sobre los humeantes lomos de su caballo de batalla [Claud., SCH, 341-346]. Los aterrorizados germanos, algunos de ellos envueltos en llamas, se alejaron corriendo de los árboles y se dirigieron hacia los romanos, rogándoles que les ayudaran y protegieran. La batalla se transformó en una catástrofe para los cuados. Cuando la tormenta amainó, la batalla había terminado y muchos cuados, incluyendo al rey Ariogeso, habían sido hechos prisioneros.”

Quién sabe si la vida y la obra de Marco Aurelio era grata a Marte (el Atronador) o si fue Mercurio invocado por el sacerdote egipcio quién dio la victoria a los romanos, pero el Emperador atribuyó la victoria a sus legionarios. Tras haber derrotado a los cuados en una tormenta eléctrica provocada por los dioses se le concedió a la Legio XII, la atronadora, el título oficial de Fulminata.

miércoles, 24 de abril de 2019

VIDA COTIDIANA EN ROMA, COSTUMBRES ANTIGUAS.

Los primeros romanos no hacían nada, ni público ni privado, sin consultar primero los auspicios. Como respeto a esa tradición y según Valerio Máximo (siglo I d.C.) en sus días aún se invitaba a los adivinadores a las bodas, no para pedirles su aprobación, sino para que ejercieran como testigos.

Las mujeres comían sentadas en compañía de los hombres, que lo hacían recostados en triclinia. Así imitaban a los dioses pues, según el autor, en el banquete en honor a Júpiter, éste comía desde un lecho mientras Juno y Minerva lo hacían en sillas. En el primer siglo de nuestra era se conservaba esta rigurosa costumbre más cuidadosamente en el Capitolio que en las casas privadas, naturalmente, pues mantener las normas de conducta corresponde más a las diosas que a las mujeres.

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Las dominae (señoras) que solo tenían un matrimonio eran honradas con la corona del pudor porque pensaban que éste permanecía incorrupto y con sincera fidelidad en el espíritu de la matrona que no sabía salir del lecho donde había perdido su virginidad, y porque pensaban que la experiencia de muchos matrimonios era señal de cierta falta de moderación, aunque, eso sí, no tenían dudas de que era legítima.

Hasta ciento cincuenta años desde la fundación de la Urbe no hubo ningún divorcio. El primero del que se tiene constancia fue Espurio Carvilio que repudió a su esposa, porque era estéril. Aunque a todas luces parece un motivo razonable, no le faltaron duras críticas porque en aquellos tiempos pensaban que en modo alguno hubiera debido anteponerse el deseo de tener hijos al amor conyugal o al matrimonio, institución sagrada ante los dioses.

Para que el decoro de las matronas estuviese más a salvo con la protección del pudor, al que citara a una matrona ante un tribunal, a la que estaba obligada a presentarse, no le estaba permitido tocar su cuerpo para que así su estola permaneciese sin haber sido tocada por manos ajenas.

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En otro tiempo, las mujeres romanas no podían beber vino. Esto era para no caer en la tentación, pues el paso desde la poca moderación en la bebida a un amor ilícito, era muy corto. Ante esta prohibición y para que el pudor de estas mujeres no fuera triste y objeto de repulsa, sino que estuviese en cierta medida atemperado por algún tipo de compensación con el permiso de sus maridos, se adornaban con numerosas joyas de oro y abundantes vestidos de púrpura, y para hacer más atractivo su aspecto se teñían sus cabellos con cenizas, pues entonces no temían los ojos de los seductores de matrimonios ajenos, sino que se cuidaban igualmente de mirar con respeto sagrado y de ser miradas con recíproco pudor.

Cuando había una disputa entre el esposo y la esposa iban al pequeño santuario de la diosa Viriplaca (la diosa que aplaca a los hombres), que está en el Palatino. Allí, tras decirse el uno al otro todo lo que querían, una vez apaciguados los ánimos regresaban a casa reconciliados. Se dice que esta diosa debe su nombre a que conseguía calmar a los maridos; realmente era objeto de gran veneración y no sé si era honrada con distinguidos y exquisitos sacrificios como guardián de la paz diaria en el hogar, ya que con su advocación devolvía el respeto que las esposas deben al marido siempre en mutuo cariño.

Así era el respeto que se profesaban los esposos. ¿Y qué?, entre los otros vínculos familiares, ¿no parece lógico también éste? En efecto, voy a demostrar la gran certeza de esta afirmación con un sencillo ejemplo: Durante algún tiempo el padre no se lavaba en presencia de un hijo adulto, ni el suegro en presencia del yerno. Queda claro, pues, que se tributaba tanto respeto a los vínculos de sangre y al parentesco de los afines como a los dioses mismos, porque se creía que entre estos vínculos tan sagrados no era más lícito desnudarse que en cualquier otro lugar sagrado.

Nuestros antepasados instituyeron también la costumbre de una comida solemne y le dieron el nombre de Caristia (tenía lugar tras las Parentales, el 22 de febrero) porque sólo podían participar los familiares consanguíneos y los parientes por afinidad para que, en caso de haberse suscitado alguna desavenencia entre familiares, pudiera apaciguarse en esta comida sagrada en medio de la alegría de todos y una vez invitados a la concordia.

Los jóvenes tributaban a los ancianos honores bien distinguidos y serios como si los mayores fuesen todos padres comunes de los jóvenes. Por eso, los jóvenes, el día que había reunión del senado, acompañaban hasta la curia a cualquier senador vecino o amigo de su padre y, quietos en el umbral de las puertas, los esperaban hasta disfrutar también de la cortesía de volverlos a acompañar a casa. Ciertamente, con esta espera voluntaria fortalecían sus cuerpos y sus almas para hacer frente en el futuro a sus obligaciones públicas de manera diligente y, así, ellos mismos, con la discreta práctica de esta actividad, eran maestros de unas virtudes que en breve saldrían a la luz.

miércoles, 17 de abril de 2019

SANT JORDI, EL DÍA DE LA ROSA Y EL LIBRO (23 de abril).

En pocos días llega Sant Jordi. En mi ciudad, los hombres regalamos una rosa a nuestras amadas . Desde antiguo esta flor representa a la belleza y al amor. Cada uno de nosotros entrega a su compañera de viaje una rosa roja, que significa afecto, deseo y pasión. Ellas nos regalan un libro, como muestra de agradecimiento y cariño. Los libros son faros, espejos, puertas y ventanas al mundo de la imaginación. Cada uno de ellos es un rincón tranquilo lleno de experiencias. Siendo inclusivo os invito a regalar a vuestro ser amado, sea él o sea ella, un libro y una rosa.

¿Qué puede evocar más sentimiento que el olor de una rosa junto a las páginas de un libro nuevo?

Para conmemorar este día he preparado una oferta especial de mi libro LIGNVM y lo he rebajado a 14,99€ (en España, en los demás mercados también está rebajado), así os será más fácil adquirirlo.
LIGNVM, nos adentra en la vida de Aurelio Vitalis, nacido en Roma durante el imperio de Tito Flavio y cuya historia empieza en el primer año del imperio de Ulpio Trajano. El joven Vitalis nos contará cómo ve las cosas mientras intenta salir adelante como miembro de la corporación de transportistas de mercancías (los carrucarii), pero su vida dará un vuelco que lo llevará a un destino totalmente inesperado para él, se alistará en la Legio I italica y servirá en el castrum de Novae (en el limes del Danuvius). Un joven, un olvidado en la Roma de Trajano, en un tiempo en el que la Urbe alcanzó su máximo esplendor.

Lo podéis encontrar en libros de Amazon o en el siguiente el link:







lunes, 8 de abril de 2019

FUNUS EN SAGUNTUM, FUNERAL DE CNEO BAEBIO GEMINO.


Cneo fue un personaje importante de la ciudad en la época de Augusto, en la cual Saguntum logró el grado de municipium. Este hombre pagó con su dinero el foro saguntino construido en el castillo de Sagunto. La obra no pudo ser acabada por él pues al parecer murió joven y esta tuvo que ser acabada por su hermano, respetando este lo que el fallecido pidió en su testamento.


El foro se distribuía de la siguiente manera: al norte, el templo Imperial y la curia; al oeste, la basílica, y al este, las tabernae, donde se desarrollaban las actividades comerciales. La plaza estaba enlosada con bloques de caliza gris.


En este foro se podía leer una inscripción parecida a esta:

CN – BAEBIVS – CN – F – GAL / 
GEMINVS – TESTAMENTO – GEMINI / 
FRATIS FORUM – FEC

Hay varias versiones sobre el significado de esta inscripción, pero todas vienen a decir que Gneo Baebio, hijo de Gneo de la familia Galeria, hizo construir el foro y que al fallecer lo acabó su hermano.


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Como es de suponer la muerte de un hombre tan importante fue dolorosa para la ciudad. Se pregonó esta por todas las plazas y los amigos y prohombres de Sagunto fueron a mostrar sus respetos a la domus Baebia. Previamente se prepara al cadáver: se trajo tierra del lugar que lo vio nacer; su pesaroso primogénito le da un beso en la boca para recoger su último aliento; le pone una moneda, un óbolo de plata para pagar al barquero; se le cierran los ojos, y, por último, se ordena al esclavo más antiguo de la familia que apague el hogar.

Se continúa con la conclamatio, entre todos sus seres queridos se traslada al cuerpo al lecho y todos y cada uno de ellos grita su nombre:

—Cneo, Cneo, Cneo.

Asegurándose, al no contestar a los suyos, que efectivamente está muerto.

Como parte del ritual también se le pone una máscara para recordar su rostro. Tras eso se coloca al difunto en el atrio de la domus con los pies hacia la puerta, ungiéndolo con aceites perfumados. Allí será velado durante siete días. Toda la estancia provista de adornos de flores aromáticas, plantas e inciensos. Es custodiado por sus familiares y es visitado por clientes, personas influyentes de la ciudad y, ¿cómo no?, sus amigos.

Al octavo día se procede a la pompa fúnebre durante la cual su muy afectado hermano, su familiar más allegado, pronuncia unas palabras:

—Salve, ciudadanos. Hoy despedimos, hoy damos el último adiós a nuestro querido Cneo Baebio Gemino… edil y pontífice y… maestro de los Salios por decreto curional. Hoy es un día muy triste para tu familia y para tus amigos. Todos sufrimos por tu partida, todos lloramos por ella. Te vas muy joven… hermano mío. Caronte está esperando en su barca. La vida ha sido corta para ti, aún tenías muchos años para darnos. Te vas imposibilitado de ver el final de tu obra, del foro… que financiabas y que tanta ilusión te hacía. Yo, tu hermano, seguiré pagando dichas obras hasta su finalización, tal como tú deseabas. Sit tibi terra levis (que la tierra te sea leve).

Las sacerdotisas piden a los dioses por la eternidad del difunto.

—A los dioses Manes, a Hares, hijo de Júpiter y de Rea, dios del inframundo. Con este pan, estas frutas y estos aceites te pedimos que des buen descanso a Cneo Baebio Gemino. A ti Caronte llévalo al mundo subterráneo con seguridad. Con el pago de la moneda condúcelo por la laguna Estigia. Escuchadme, ¡Oh!, divinidades. Sit tibi terra levis.


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Como última parte del funeral se llevará el cuerpo a las cercanías de la Vía Augusta, donde será inhumado y se realizará una inscripción para que todos lo recuerden.

Los músicos tomarán el primer lugar de la pompa fúnebre a los que seguirán las sacerdotisas. Tras ellos las plañideras de las que se habrán contratado una gran cantidad pues Cneo era un hombre importante. A continuación de estas se trasladará el cadáver escoltado por sus amigos y allegados varones. Y, por último, sus hijos menores y su mujer, su familia.



sábado, 6 de abril de 2019

EL MITO DE LA FUNDACIÓN DE ROMA (SEGÚN OVIDIO)


«Ayúdame, ¡Gran Quirino!, a cantar tus hechos». Así empieza Ovidio la narración del mito de la fundación de Roma.

Como el mismo indica, los hermanos ya se habían vengado de Amulio. Que había traicionado a su hermano Númitor heredero de Alba Longa, había matado a todos sus hijos y había obligado a Rea Silvia a convertirse en una virgen Vestal. (Rea Silvia fue violada por el dios Marte y tuvo dos hijos gemelos: Rómulo y Remo).

Ovidio nos sitúa su historia en algún día posterior a esa venganza con los hermanos liderando a un grupo de pastores, campesinos, asaltantes y buscavidas. Deciden levantar una ciudad a las orillas del Tíber. La duda era: ¿Dónde se levantarían las murallas, y cuál de los dos lo haría?

—No hay necesidad —dijo Rómulo— de desavenencia alguna: las aves poseen la mayor fiabilidad; probemos con las aves.

Uno se encaminó hacia el monte Palatino y el otro hacia el Aventino. Remo observó seis pájaros y Rómulo dijo ver una docena. Con esto, este último, se ocupó de hacer el trazado de las murallas en el monte Palatino. Al parecer las fiestas de una diosa arcaica romana llamada Pales, protectora de la tierra, del ganado y los pastores, estaban muy cercanas (21 de abril). Ese día según nos cuenta el poeta: se construyó un foso, se arrojaron frutas al fondo, trajeron tierra del suelo vecino, rellenaron totalmente el foso, se construyó un altar encima y se hizo un hogar prendiendo fuego. Tras eso Rómulo ayudándose de un arado, una vaca blanca y un buey tan blanco como la nieve, surcó las murallas. Las palabras del rey fueron estas:



—Asistidme en la fundación de la ciudad, Júpiter y padre Marte y madre Vesta; volveos hacia mí, todos los dioses que la piedad exige tener presentes. Que se levante esta obra mía bajo vuestros auspicios. Que sea larga su duración y el poder de esta tierra soberana, y caiga dentro de su marco la salida y la puesta del sol.

(Hay que recordar que Rómulo se creía descendente de Marte y de Vesta, ya que su madre, Rea Silvia, era una virgen Vestal. Por ese motivo los llama padre y madre).

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Dicen que el padre de la luz, contento por la creación de la ciudad dio como agüero un tronido por la izquierda y lanzó un rayo por la parte derecha del cielo. Todos lo tomaron como un buen presagio y como una bendición del mismísimo Júpiter para la creación de la Urbe. De esa manera empezaron prestos a construir la muralla.

—Céler, encárgate de estos trabajos, y que nadie pueda atravesar las murallas, cáusale la muerte a quién se atreva a tal cosa—. Ordenó Rómulo a su lugarteniente.

Céler era el responsable de los celeres, unos trescientos hombres, la guardia personal del fundador de Roma. Según cuenta Ovidio, Remo no era conocedor de la orden dada y se puso a hacer burla y ascos a lo bajo que eran las murallas, diciendo: «¿Con estas murallas va a estar seguro el pueblo?». Sin pensárselo dos veces saltó por encima de ellas. Céler cumplió la orden dada por su rey y mató al gemelo.

Cuando Rómulo supo de la muerte de su hermano, se guardó en su interior las lágrimas que habrían brotado y guardó su dolor, no quería llorar públicamente. Se mantuvo valiente y dijo:

—Que el enemigo pase mis murallas con este resultado.

Con todo se celebraron las exequias de Remo, con su triste cabellera suelta ungió con aceite los miembros que iban a arder. El rey besó el féretro de su gemelo y a continuación se prendió la llama entre llantos de todos los presentes. Ese día el fundador de la ciudad no pudo contener las lágrimas. El dolor que había disimulado por la muerte de su hermano se hizo patente.

—Adiós, hermano, que contra mi voluntad me has sido arrebatado.

Nació una ciudad que iba a poner su pie victorioso sobre todas las tierras.



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miércoles, 3 de abril de 2019

VIDA CORRIENTE: USOS MEDICINALES DEL ACEITE DE OLIVA, ACEITE DE ALMENDRAS Y DE BELLOTA.

El aceite de oliva tenía varios usos: se usaba para ungir el cuerpo después del baño; como base de los perfumes pues los romanos no conocían la destilación mediante el alcohol; se quemaba en las lámparas; elemento primordial en la alimentación, y, por último, uso medicinal. A este último punto dedicaremos las siguientes líneas.


ACEITE DE OLIVA.


El mejor para el uso de la salud es el triturado antes de madurar la aceituna. Y de éste es mejor el reciente, no picante, oloroso. Tal es útil también para la preparación de los perfumes. Es también estomacal por astringir, comprime las encías y refuerza los dientes si se mantiene en la boca, y reprime el sudor. El bastante graso y viejo es muy adecuado para el uso de los fármacos propios para aflojar. Todo aceite comúnmente es calorífico y emoliente (ablandador) de la carne, preserva los cuerpos del frío y los hace más dispuestos para la actividad.


Es también bueno para el vientre, emoliente y debilita los poderes de los fármacos ulcerantes. Bebido y vomitado continuamente, se administra contra los venenos. Si se bebe, como una cotila (0,250 litros), con una cantidad igual de zumo de cebada mondada o con agua, purga. Y bebido caliente tras hervirlo con ruda, en cantidad de seis cíatos (0,270 litros), se administra útilmente contra los retortijones de tripa y expulsa las lombrices; se echa lo mismo por clíster (lavativa) a los que padecen íleo. El aceite viejo es más calorífico y más diaforético (provoca el sudor), y como unción clarifica la vista. Si no hay aceite viejo, debe imitarse de la manera siguiente: decantando en una vasija el mejor aceite del que haya, cuécelo hasta que adquiera el espesor de la miel, y úsalo, pues aporta la misma virtud que el antedicho.


El aceite de la aceituna silvestre es más astringente y es inferior para el uso en salud. Contra el dolor de cabeza se aplica en lugar del aceite de rosas. Contiene el sudor y la caída del cabello. Limpia también caspas, usagre, sarna y lepra. Aplicado como ungüento cada día, se encanece tardíamente.

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El aceite se blanquea de la manera siguiente: toma del de color blanco, de no más de un año, la medida de cien cotilas (25 litros), y viértelo en una vasija de barro nueva, de boca ancha; después, colocándolo al sol, revuélvelo con una cuchara, cada día, por el medio, haciéndolo caer desde lo alto, para que con la agitación continua y con el golpe se altere y engendre espuma.


Al octavo día, poniendo en infusión, en agua caliente, cincuenta dracmas (225 gr.) de fenogreco limpio, cuando esté blando, sin exprimir el agua, échalo al aceite antedicho; añade además el mismo peso de tea de pino, lo más grasa posible y dividida en pequeñas astillas, y así deja pasar otros ocho días. Después de esto, remueve el aceite con la cuchara; por lo demás, si estuviera logrado el resultado, trasegándolo a una vasija nueva, previamente lavada con vino viejo, guárdalo, extendiendo antes en el fondo once dracmas (49,5 gr.) de corolas de meliloto, e igual de iris. Si no estuviera blanco, debe ponerse de nuevo al sol y debe obrarse igual, hasta que se vuelva blanco.


Es posible también, del aceite antedicho, hacer el aceite sicionio, de la manera siguiente: en una caldera de cobre estañada, de boca ancha, se vierte un congio (3,24 litros) de aceite nuevo blanco de olivas verdes y medio congio (1,62 litros) de agua, cuécelo a fuego lento, removiéndolo con suavidad. Cuando hayan pasado dos hervores, retíralo del fuego y, una vez frío, saca con una cuchara el aceite que sobrenada, el cual, luego, añadiéndole otra agua fresca, hiérvelo de nuevo; y, hecho lo demás, como ya se ha indicado, guárdalo. Se hace esto principalmente en Sicionia (ciudad del Peloponeso), por lo que se le llama sicionio. Tiene virtud algo calorífica. Es conveniente en las fiebres y para los padecimientos de nervios. Lo echan también las mujeres en el rostro, para hacerlo brillar.


El aceite que se rae de los baños tiene virtud de calentar, de ablandar, de resolver, y, en ungüento, la tiene para las grietas del ano y condilomas. El que se coge del polvo de las palestras, semejante a lodo, si se pone como emplasto, es útil en las retorsiones de las articulaciones; y, aplicándolo caliente, a modo de emoliente o de fomento, para la ciática. Y la costra de las paredes de los gimnasios y la de las estatuas calienta y resuelve los tumores difíciles de madurar, y es conveniente para desolladuras y llagas viejas.

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ACEITE DE ALMENDRA


El aceite de almendras, se hace del siguiente modo: después de limpiar cuatro quénices (4 litros aprox.) de almendras amargas y de secarlas, májalas ligeramente en el mortero con una mano de madera, hasta que se haga pasta y, vertiendo en ello dos cotilas (0,5 litros) de agua que hierva, déjalo impregnarse media hora, a partir de ese momento macéralo de nuevo con más vehemencia. Luego, presionándolo contra una tabla, exprímelo, y lo que salga de entre los dedos recógelo en una concha. Después, de nuevo, echando una cotila (0,25 litros) de agua en lo estrujado y dejándolo embeberse, haz lo mismo. Cuatro quénices (4 litros) dan una cotila (0,25 litros) de aceite.


Obra contra dolores de matriz, sofocaciones histéricas y desplazamientos e inflamaciones de esas mismas partes; también contra cefalalgias y contra dolores, ecos y zumbidos de oídos. Beneficia también a los que padecen mal de riñón, disuria, litiasis, asma y mal del bazo. Y elimina las manchas del rostro, efélides, arrugas, mezclado con miel, con raíz de lirio y con cerato de alheña o de rosa. También es curativo de la ambliopía. Con vino, limpia usagres y caspas.


ACEITE DE BELLOTA


De manera semejante se hace el de bellota. Tiene virtud de limpiar manchas, pecas, barros, cicatrices negras, de ablandar el vientre. Es enemigo del estómago. Instilado con sebo de ganso, es conveniente contra las otalgias, ecos y zumbidos de oído.

De modo igual a lo antedicho, se prepara el aceite de sésamo procedente del sésamo, y el aceite de nuez exprimido de las nueces. Tienen la misma virtud que el de bellota.