viernes, 4 de octubre de 2019

EL MITO DE HÉRCULES Y ROMA.

La historia mítica nos cuenta que Hércules había recibido de Euristeo, entre otros trabajos, la orden de conducir las vacas de Gerión desde Erilía (o isla roja, en Iberia, cerca de las columnas de Hércules) a Argos en el Peloponeso. Durante esta empresa pasó por muchas partes de Italia y llegó a las proximidades de Palanteo (ciudad mitológica cerca del Tíber); algunos dicen que llegó realmente al monte del Aventino. Como encontró allí mucha hierba buena para las vacas, las soltó para que pastaran. Él agotado por la fatiga recostándose, se entregó al sueño. Pasó que un ladrón de esa región, de nombre Caco, se encontró casualmente con las vacas que pastaban sin ninguna vigilancia y sintió deseo de ellas. Pero cuando vio a Hércules durmiendo allí pensó que no podría llevárselas a escondidas y al mismo tiempo comprendió que el asunto no era fácil. Entonces, escondió unas pocas en la cueva cercana donde vivía, arrastrando a cada una por la cola, al contrario de la marcha natural de los animales. Esto podía suponer la desaparición de cualquier prueba, pues la dirección sería la opuesta a las huellas. Poco después, al levantarse Hércules y contar el número de vacas, cuando se dio cuenta de que faltaban algunas, estuvo confuso durante algún tiempo sin saber dónde habrían marchado y las estuvo buscando por el lugar como si se hubieran extraviado del pasto. Pero como no las encontraba, llegó a la cueva pensando que había sido engañado por las huellas y debía examinar el lugar. Caco, que estaba de pie delante de la puerta, cuando Hércules le preguntó, afirmó no haber visto a las vacas, y cuando solicitó buscar en la cueva, no se lo permitió, sino que empezó a llamar a gritos a los vecinos como si estuviera sufriendo algún daño a manos del extranjero. Hércules, sin saber qué hacer en tal situación, decidió conducir a las demás vacas a la cueva. Cuando las de dentro olieron y oyeron a sus compañeras, contestaron mugiendo a las de fuera y su mugido se convirtió en acusador del robo. Caco, una vez descubierta su fechoría, empezó a pelear y a llamar a los que vivían con él en los campos. Pero Hércules apaleándolo con la maza, le dio muerte, y después de sacar fuera las vacas, como vio que el lugar era apropiado para guarida de malhechores, destruyó la cueva sobre el ladrón.

El Emperador Cómodo representado como Hércules ( Museo capitolino, dominio Público).

Los aborígenes y los arcadios (habitantes de la zona), cuando se enteraron de la muerte de Caco, consideraron como una gran dicha el verse libres del ladrón. Los pobres, cortando ramas de olivo, que crecía en abundancia por aquel lugar, le coronaron y se coronaron ellos mismos, y sus reyes vinieron a ofrecer a Hércules hospitalidad. Pero cuando por él conocieron su nombre, su linaje (hijo del dios Júpiter y la humana Alcmena) y sus hazañas, le confiaron su territorio y ellos mismos se pusieron en sus manos en prueba de amistad. Tras eso levantaron un improvisado altar en su nombre y le ofrecieron en sacrificio a una ternera que no conocía el yugo. Ese primer altar se construyó en el Foro Boario, en el que durante mucho tiempo se encontrarían el Ara Máxima (gran altar) y los templos a Hércules Invictus y Hércules Olivarius. 

Hécules en su trabajo de capturar al toro de Creta ( Portal PixaBay, dominio público)

Otro mito menos conocido nos cuenta que Hércules llegó a ser un gran general de los ejércitos de los antiguos habitantes de la zona y tras luchar contra todos los tiranos estableció monarquías legítimas. Además de esto, mezcló a bárbaros con griegos y a gentes de tierra adentro con gentes de la costa, que hasta entonces habían tenido relaciones desleales e insociables; también construyó ciudades en zonas deshabitadas, desvió los ríos para que regaran los campos, cortó carreteras a través de montañas inaccesibles e ideó otros recursos para que toda la tierra y el mar llegaran a ser de uso común para todos. Algunos dicen que dejó a los hijos que tuvo en estos lugares que ahora habitan los romanos. Estos hijos fueron Palante y Latino (los hay que creen que este último era hijo de Fauno). Palante murió antes de llegar a la pubertad, pero Latino, cuando se hizo hombre, heredó el reino de los aborígenes. Eneas, hijo de Anquises, se casó con Lavinia, hija del rey que al morir sin descendencia convirtió al héroe troyano en el monarca de los llamados latinos en honor al fallecido. Los descendientes de Eneas y de Lavinia fundaron Alba Longa y mucho después la belleza de Rea Silvia, hija de la familia real de esta ciudad, enamoró al Dios Marte y tras eso está quedó en cinta de dos gemelos, pero esta es otra historia (otro mito). 

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Fuentes: Dionisio de Halicarnaso. Historia Antigua De Roma.

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Ángel Portillo autor de:
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Miembro del grupo de recreación historica Barcino Oriens (Legio II Traiana Fortis) y Miembro de Divulgadores de la Historia.

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