martes, 6 de noviembre de 2018

ANATOMÍA: LOS HUESOS. Galeno, procedimientos anatómicos.



La sustancia de los huesos es para los seres vivos lo que son los muros para las casas y los llamados «palos» para las tiendas de acampada: se homologan por naturaleza a ella y con ella cambian también otras partes. Por ejemplo, si un animal tiene un cráneo redondo, necesariamente su cerebro también es así, como también si lo tiene alargado el cerebro de ese animal será alargado. Si sus mandíbulas son pequeñas y el rostro en su conjunto es más bien redondeado, también necesariamente sus músculos serán pequeños. Así también, si son grandes, el animal en cuestión será en conjunto grande y sus músculos consecuentemente grandes. Por ello, en efecto, el simio es entre todos los animales el más parecido al hombre en sus vísceras, en los músculos, en las arterias, en las venas y en los nervios, porque lo es también en la forma de sus huesos. Por su naturaleza camina sobre dos piernas, se sirve de las extremidades anteriores como manos, tiene el pecho más abierto que los demás cuadrúpedos, la clavícula como la del hombre, su cara es redonda y su cuello corto. Siendo así que estas partes son semejantes, no es posible que los músculos sean de otro modo. Pues estos se extienden por encima de los huesos, de modo que imitan su tamaño y su forma. A esto siguen arterias, venas y nervios, semejantes también en huesos semejantes.

Puesto que, efectivamente, la forma del cuerpo se asemeja a la de los huesos y las características naturales de las otras partes son consecuencia de ellos, estimo que en primer lugar debes adquirir una experiencia exacta de los huesos humanos, no observándolos de forma superficial ni a base de leer de un solo libro, que algunos titulan Osteologia, otros Esqueletos, otros simplemente Sobre huesos, como, por ejemplo, el mío, que estoy convencido que es mejor que todos los escritos antes, por su claridad, por la ligereza de la exposición y por el rigor de su asunto, sino que tu trabajo y tu esfuerzo sea no solo aprender de cada libro la forma exacta de los huesos sino hacerte un observador constante de los huesos humanos a través de los ojos. Esto es muy fácil en Alejandría, por cuanto que los médicos de aquella tierra imparten su enseñanza a sus discípulos mediante la observación directa.

Por este motivo, si no por otro, debes procurar ir a Alejandría. Si no te fuera posible conseguir esto, ni aun así, no es imposible ver huesos humanos. Yo, al menos, los he visto en muchas ocasiones, al abrirse o bien algunas tumbas o bien monumentos funerarios. En otra ocasión vimos también el esqueleto de un salteador que yacía en el monte un poco fuera del camino, a quien le dio muerte un caminante al enfrentarse de inmediato a él, después de que este primero hubiera intentado matarlo; ningún habitante estaba dispuesto a enterrarlo, sino que por odio se alegraban de que su cuerpo fuera pasto de las aves, que en dos días le devoraron las carnes y dejaron el esqueleto como para la enseñanza para quien quisiera verlo.

Pero si tú no has tenido la fortuna de ver algo así, haz una disección a un simio, quítale las carnes y en el fíjate con exactitud en cada uno de sus huesos. Entre los simios elige a los que sean más parecidos al hombre. Son estos los que no tienen alargadas las mandíbulas ni grandes los llamados «caninos». En tal tipo de simios encontraras muchas otras partes dispuestas de modo similar al hombre y por eso andan y corren sobre dos piernas. Pero los que se asemejan a los cinocéfalos son de hocicos grandes y tienen grandes caninos. Estos apenas se mantienen erguidos sobre dos piernas y distan mucho de andar o correr. Aunque a los simios que más se asemejan al hombre también les falta un poco para la postura exactamente erguida, pues la cabeza del fémur se inserta algo oblicuamente en el acetábulo del isquion y algunos de los músculos que bajan por la pierna se desvían aún más. Estas dos cosas impiden y obstaculizan la posición erguida, como también sus pies, pues tienen los calcáneos muy estrechos y los dedos muy separados unos de otros. Pero esto son menudencias y por ello privan poco al simio de la posición erguida. En cambio, los simios más parecidos a los cinocéfalos evidentemente se apartan más del aspecto de los hombres y se diferencian también claramente en los huesos. Elige, pues, los simios más semejantes al hombre y en ellos, releyendo nuestro escrito, estudia con exactitud la naturaleza de sus huesos. Te podrás familiarizar enseguida con sus nombres, que también te serán útiles para la enseñanza de la anatomía de las otras partes. Y así, si después te encuentras con un esqueleto humano, fácilmente recordaras todo y lo reconocerás.

Realizado por Ángel Portillo
Fuente: textos extraídos del Procedimientos Anatómicos de Galeno, Libro I.
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Foto: CC0 Creative Commons, Un esqueleto de un cementerio de Genova. Portal PixBay.


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