Verdaderamente
corresponde al honor del Imperio Romano, no sólo al de un hombre, que se
mencionen en este más celebre lugar todos los títulos de las victorias y los
triunfos de Pompeyo Magno, ya que el brillo de sus hazañas se iguala no sólo
con las de Alejandro Magno sino incluso casi con las de Hércules y las del padre
Líber. Pues, una vez recuperada Sicilia, momento desde el que comenzó
mostrándose primero partidario de Sila en la causa de la República, después de
dominar África entera y someterla a su autoridad, por lo que recibió como
trofeo de guerra el nombre de Magno, entró en carro triunfal, cosa que nadie había obtenido antes,
siendo caballero romano, y pasando inmediatamente a Occidente, además de
conseguir trofeos en los Pirineos, añadió a la victoria ochocientas setenta y seis
poblaciones, desde los Alpes hasta los confines de la Hispania Ulterior,
sometidas a su autoridad, y con gran magnanimidad guardó silencio sobre
Sertorio y, después de poner fin a una guerra civil que concitaba a todos los
enemigos extranjeros, de nuevo condujo los carros triunfales siendo caballero romano,
tan frecuentemente general antes que soldado. Después, enviado a todos los
mares y luego a Oriente, volvió trayendo a su patria estos títulos según la costumbre
de los vencedores en las competiciones sagradas —en realidad no se coronan
ellos mismos, sino que coronan a sus patrias—; por eso, en el santuario de
Minerva, que dedicó con el dinero del botín, ofrecía estos honores a Roma:
El general Gneo Pompeyo Magno,
concluida una guerra de treinta años, dispersados, puestos en fuga, muertos y
rendidos doce millones ciento ochenta y tres mil hombres, hundidos o capturados
ochocientos cuarenta y seis barcos, tomadas bajo protección mil quinientas treinta
y ocho poblaciones y fortalezas, y sometidos los territorios desde los meotas hasta
el mar rojo, cumple su voto, como debía, a Minerva.
Esto es
el compendio de su actuación en Oriente. Pero el preámbulo del triunfo que
celebró el día tercero antes de las kalendas de octubre, siendo cónsules Marco
Pisón y Marco Mésala, era el siguiente:
Habiendo liberado de piratas la
costa marítima y habiendo devuelto el imperio del mar al pueblo romano, consiguió
honores de triunfo por sus victorias en Asia, el Ponto, Armenia, Paflagonia, Capadocia,
Cilicia, Siria, los escitas, judíos, albanos, Hiberia, la isla de Creta, los
basternas y, además de esto, sobre el rey Mitridates y sobre Tigranesí.
Lo más
grande dentro de la grandeza de aquella gloria fue (según él mismo dijo
públicamente en la asamblea, hablando de sus propias hazañas) que recibió Asia
como la provincia más lejana y la devolvió a la patria como provincia interior.
Si alguien por el contrario quisiera examinar de igual modo las hazañas de
César, que se mostró más grande que aquel, debería enumerar el orbe de la
tierra absolutamente entero, cosa que convendrá que es infinita.
Fuente.
Historia natural de Plinio el Viejo, Libro VII.
Foto:
imagen de Pompeyo Magno en el museo del Louvre (CC4, Alphanidon).
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