Un
ciudadano ilustre, P. Escipión, pontífice máximo, sin ser magistrado hizo matar
a Tiberio Graco por intentar novedades que alteraban, aunque no gravemente, la
constitución de la república; y a Catilina, que se apresta a devastar con la muerte y el
incendio el mundo entero, nosotros, los cónsules, ¿no le castigaremos? Prescindo
de ejemplos antiguos, como el de Servilio Ahala, que por su propia mano dio
muerte a Espurio Melio porque proyectaba una revolución. Hubo, sí, hubo en otros tiempos en esta
república la norma de que los varones esforzados impusieran mayor castigo a los
ciudadanos perniciosos que a los más acerbos enemigos. Tenemos contra ti,
Catilina, un severísimo decreto del Senado; no falta a la república ni el consejo ni la autoridad de
este alto cuerpo; nosotros, francamente lo digo, nosotros los cónsules somos
quienes la faltamos.
En
pasados tiempos decretó un día el Senado que el cónsul Opimio cuidara de la
salvación de la república, y antes de que pasara una sola noche había sido
muerto Cayo Graco por sospechas de intentos sediciosos; sin que le valiese la fama de su padre,
abuelo y antecesores, y
había muerto también el consular M. Fulvio con sus hijos. Idéntico decreto confió a los cónsules C.
Mario y L. Valerio, la salud de la república. ¿Transcurrió un solo día sin que
el castigo público se cumpliese con la muerte de Saturnino, tribuno de la plebe
y la del pretor C. Sevilio? ¡Y nosotros, senadores, dejamos enmohecer en nuestras manos
desde hace veinte días la espada de vuestra autoridad! Tenemos también un
decreto del Senado, pero archivado, como espada metida en la vaina. Según ese
decreto tendrías que haber muerto al instante, Catilina. Vives, y no vives para
renunciar a tus audaces intentos, sino para insistir en ellos. Deseo, padres
conscriptos, ser clemente; deseo también, en peligro tan extremo de la
república, no parecer débil; pero ya condeno mi inacción, mi falta de energía.
[…]
Fuente:
Marco Tulio Cicerón – Catilinarias.
Foto:
Cicerón en su discurso contra catalina, fresco situado en Palazzo Madama de
Roma. (Dominio público).
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