En la antigüedad la cartografía era una ciencia incipiente. No había distancias precisas ni las sinuosas y caprichosas formas de las cadenas montañosas y costas se tenían muy claras. Lo más habitual era orientarse por accidentes geográficos para localizar cada una de las zonas. En su Historia Natural Plinio el Viejo nos explica como veían por entonces su mundo. Los romanos ya denominaban a los continentes que bañan al Mediterráneo de la misma forma: Europa, Asia y África:
El orbe completo de la tierra se divide en tres partes: Europa, Asia, África. Mi punto de partida es el poniente y el estrecho de Gades, por el que el Océano Atlántico irrumpe y se derrama por los mares interiores. A la derecha, según se entra, está África, a la izquierda Europa, en medio de las dos, Asia. Los límites son los ríos Don y Nilo.
Según Plinio el río Don separa Europa de Asia. Este río desemboca en el mar de Azov, que queda delimitado por la península de Crimea. África y Asia estaban separadas por el Nilo. Ahora estos límites se consideran la cadena de los Urales y la península del Sinaí. También nos define el estrecho de Gibraltar, los peligros que tiene y la leyenda de su origen:
La boca del Océano que hemos dicho se extiende desde el lugar de Melaria en Hispania, hasta el Cabo Blanco de África. Por boca tan pequeña circula una masa de agua tan inmensa. Y la profundidad no aminora esta maravilla, pues abundan allí unas olas espumosas que infunden terror a las naves. Por tal motivo, muchos autores han llamado a ese lugar el umbral del Mediterráneo. Unos montes que se alzan a ambos lados de esta boca estrechan la entrada: Abila en África y Calpe en Europa, metas finales de los trabajos de Hércules. A causa de ello los nativos los llaman las columnas de ese dios y creen que cuando las atravesó, dejó entrar las aguas de fuera y cambió la faz de la naturaleza.
Hércules era muy venerado en la zona, uno de los templos más famosos, que parece ser que gozó de los favores de Ulpio Trajano, fue el templo de Hércules Gaditano. Visitado por Aníbal Barca y el divino Cayo Julio Caesar. El primero juró allí odio eterno a Roma (o eso dice la leyenda) y el segundo lloró cuando al compararse a Alejandro Magno vio que no había logrado ni por asomo sus éxitos. Plinio también encumbra a Europa. Todos (actualmente) sabemos que nuestro viejo continente es el más pequeño, sin embargo la ciudad de la siete colinas estaba en él y solo por eso ya era la mitad del mundo:
En primer lugar, pues, Europa, nodriza del pueblo vencedor de todas las naciones y con mucho la más hermosa de las tierras. Muchos han hecho de ella merecidamente no un tercio del mundo, sino la mitad, con el orbe dividido en dos partes desde el rio Don hasta el estrecho de Gades.
Tras situarnos en el umbral del Mediterráneo nos define la península Ibérica, pues es la primera tierra que se encuentra al entrar en él que pertenece a Europa:
Dentro de ese espacio, la primera tierra es la Hispania llamada Ulterior, y también Bética, y a continuación, desde los confines de Murgi a las cimas del Pirineo, la Citerior, también llamada Tarraconense.
Murgi era probablemente El Ejido, Almería. En esa época Hispania estaba dividida en tres provincias. La llamada Ulterior o Bética estaba dividida en dos partes cuyo límite era el Guadiana:
La Ulterior se divide en dos provincias en el sentido de la longitud, ya que por el costado septentrional de la Bética se extiende la Lusitania, separada de ella por el rio Guadiana. Este, que nace en el territorio Laminitano de la Hispania Citerior, y que tan pronto se desborda en lagunas como se estrecha en desfiladeros o se esconde del todo bajo tierra y renace gozoso varias veces, desemboca en el Océano Atlántico.
Laminitano era probablemente Fuenllana en Ciudad Real. Por último nos define la provincia de la tarraconense la última y la más grande de todas que incluia casi la mitad de la península:
La Tarraconense, por su parte, pegada al Pirineo y discurriendo a lo largo de toda su vertiente, se extiende transversalmente desde el mar Ibérico hasta el golfo Gálico, y está separada de la Bética y de la Lusitania por el monte Solorio y las cadenas Oretana y Carpetana y la de los Astures.
El Gálico es el golfo de Vizcaya. El monte Solorio está en Sierra Nevada. Las cadenas Oretana, Carpetana y de los Astures son los montes de Toledo, la cordillera Central y los montes de León. El límite de las provincias Tarraconense y Lusitana seguía más o menos el curso del Duero desde el Océano a la confluencia con el Esla (afluente del Duero), que se llamaba Astura.
Foto 1: El Orbe según Heródoto. Dominio Público.
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Miembro del grupo de recreación historica Barcino Oriens. (Legio II Traiana Fortis) y Miembro de Divulgadores de la Historia
Foto 1 |
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