lunes, 18 de marzo de 2019

VIDA COTIDIANA: MUJERES QUE EJERCIERON LA DEFENSA ANTE EL PRETOR.

Utilizando las palabras de Valerio Máximo: «Tampoco conviene pasar por alto a aquellas mujeres a las que, ni la condición de su sexo, ni el reparo de llevar ropas femeninas, pudieron impedirles hablar en el foro y en los juicios.».

No olvidemos que las mujeres romanas vivían en un mundo gobernado por los hombres y por la imagen que ellos tenían de ellas. Para un romano el papel de la mujer era ocuparse de sus hijos, de su esposo y de su casa. Las actividades se dividían en dos esferas; una fuera del hogar y otra dentro de él; lo que podríamos denominar esfera pública y privada. El papel de la mujer en lo referente a los asuntos públicos era segundario y a veces inexistente. Desde su punto de vista la mujer era inferior tanto física como mentalmente en todos los aspectos posibles de la vida. Por fortuna nos encontramos lejos de esos ideales y nos dirigimos con esfuerzo a la equidad.

Foto 1

El primer caso es el de Mesia de Sentino (la ciudad de Sentino se encontraba en Umbría, región ubicada en la Italia central), esta defendió su propia causa y además con éxito. El pretor Lucio Ticio le dio la absolución de un delito que desconocemos. Las fuentes indican como loa hacía el comportamiento de Mesia que no solo siguió todos los puntos y partes de la defensa sino que además lo hizo con determinación. Los presentes dijeron que bajo ese cuerpo de mujer se escondía el genio de un varón. Desde entonces la llamaron la “Andrógina”. Apodo que a mi entender denota que ella ganó, ellos lo admitieron, pero no les hizo mucha gracia.

Otro caso es el de Gaya Afrania, esposa del senador Licinio Bucón. De ella los hombres decían que era amiga de mezclarse en disputas. Se defendió siempre a sí misma delante del pretor, y al parecer siempre con éxito. Según decían no porque le faltasen abogados, sino porque le sobraba desvergüenza. Al parecer tantas veces se defendió que decían que sus ladridos molestaban en el foro. Tal fue el menoscabo con la que la miraban que a las mujeres de malas costumbres se les asigno el nombre de Gaya Afiania. Murió en el año 48 a.C., tras su fallecimiento dijeron que era mejor transmitir a la posteridad la fecha de su muerte que la de su nacimiento.

Foto 2

Sin duda hay que nombrar aquí a Hortensia, hija de Quinto Hortensio Hórtalo (al que Cicerón derrotó en el proceso contra Cayo Verres). En época del segundo triunvirato se impuso un impuesto oneroso a las matronas más ricas de Roma. Por miedo o por convicción ningún varón se atrevió a asumir su defensa en un juicio. Hortensia se vio en la obligación de defender los intereses de las mujeres, que consideraban ese impuesto injusto, en un medio hostil y que además no le era propio: la oratoria legal. En su discurso se disculpó por su intervención en el foro y se excusó en que las circunstancias le habían obligado a proceder así. Presentó su defensa como un enfrentamiento de intereses entre hombres y mujeres. Ellos gobernantes y empeñados en hacer guerras innecesarias y ellas sometidas y pacifistas. La oradora continúo diciendo que no faltaba a las matronas el espíritu patriótico: estarían dispuestas a sacrificar una parte de sus riquezas si se tratase de una guerra contra pueblos extranjeros, pero no a hacerlo para contribuir a una guerra civil. Apiano de Alejandría en su Historia de Roma nos relata parte del discurso:

«¿Por qué hemos de pagar tributos nosotras que no tenemos participación en magistraturas, honores, generalatos, ni, en absoluto, en el gobierno de la cosa pública, por las cuales razones os enzarzáis en luchas personales que abocan en calamidades tan grandes? ¿Por qué decís que estamos en guerra? ¿Y cuándo no hubo guerras? ¿Cuándo las mujeres han contribuido con tributos? A éstas su propia condición natural las exime de ello en toda la humanidad, y nuestras madres, por encima de su propio ser de mujeres, aportaron su tributo en cierta ocasión y por una sola vez, cuando estabais en peligro de perder todo el imperio e, incluso, la misma ciudad, bajo el acoso cartaginés. Pero entonces realizaron una contribución voluntaria, y no a costa de sus tierras o campos, o dotes, o casas, sin las cuales cosas resulta imposible la vida para las mujeres libres, sino sólo con sus joyas personales, sin que éstas estuvieran sometidas a una tasación, ni bajo el miedo de delatores o acusadores, ni bajo coacción o violencia, y tan sólo lo que quisieron dar ellas mismas. Y, además, ¿qué miedo tenéis ahora por el imperio o por la patria? Venga, ciertamente, la guerra contra los galos o los partos y no seremos inferiores a nuestras madres en contribuir a su salvación, pero para luchas civiles no aportaríamos jamás nada ni os ayudaríamos a unos contra otros. Pues tampoco lo hicimos en época de César o Pompeyo, ni nos obligaron a ello Mario ni Cina, ni siquiera Sila, el que ejerció el poder absoluto sobre la patria, y vosotros afirmáis que estáis consolidando la República.»


Con una elocuencia sin igual logró que las cargas impuestas a las matronas fueran anuladas. Algunos dijeron que Quinto Hortensio Hórtalo volvió a la vida en la persona de su hija y le infundía su verbo y que si sus descendientes varones hubiesen tenido la oratoria y el vigor de su padre la elocuencia de Hortensio no habría perecido con este solitario alegato de una mujer.

Escrito por Ángel Portillo

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EL DISCURSO DE HORTENSIA ANTE EL FORO en Gladiatrix en la Arena
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Fuente: Hechos y Dichos Memorables de Valerio Máximo.

Foto 1: Mujer romana, dominio público portal Pixbay.
Foto 2: Mujer romana, dominio público portal Pixbay.

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Miembro de Divulgadores de la Historia.

Miembro del grupo de recreación historica Barcino Oriens. (Legio II Traiana Fortis, Ludus Gladiatorius Barcinonensis, Ornatrices Barcinonensis).




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