viernes, 22 de marzo de 2019

VIDA CORRIENTE: LIBER PATER, LAS LIBERARIAS Y LA MAYORÍA DE EDAD PARA UN ROMANO.

Liber (o Liber Pater): era una antigua divinidad itálica de la fecundidad. En las liberarias, se paseaba un enorme falo por la ciudad. Este personificaba la fuerza masculina de la procreación o lo que es lo mismo: la fertilidad. En estas fiestas se paseaba en procesión por las calles de Roma la imagen de un falo de piedra o metal y se instalaba en el Foro. Allí acudían las matronas y depositaban coronas de flores para que favoreciera a sus esposos. Se le atribuía, al falo, la protección contra el mal de ojo, por lo que era uno de los amuletos más comunes. Asimismo, en el desfile del triunfo se colocaba la imagen de un falo en el carro del triunfador para evitar todo posible encantamiento.


Foto 1
 En el templo de Liber en Roma, situado cerca del Foro Boario, había representaciones de los órganos masculinos y femeninos, que simbolizaban, respectivamente, a Liber y Libera. También era uno de los dioses que formaban la Triada Aventina (o de los plebeyos), Ceres, Liber, y Libera. A quienes en el 493 a.C. tras la primera secesión entre las clases humildes y los patricios se les construyó un templo al parecer por indicación de los Libros Sibilinos. Los romanos relacionaban su nombre con la idea de la liberación de las preocupaciones, de la emisión del semen, de la libertad para hablar que da el vino, etc.

Como hemos dicho anteriormente en su honor se celebraban las fiestas de las liberarias, estas se realizaban el 17 de marzo. Ese día, ancianas coronadas de hiedra, «las sacerdotisas de Liber», paseaban por la ciudad vendiendo unos pastelillos, los liba (hechos de harina, queso y huevo, cocidos y bañados en miel). Cuando vendían uno de ellos quitaban un pedacito y en el nombre del comprador ofrecían al dios en un hogar portátil que llevaban consigo. Las familias salían a las calles esperando a las ancianas delante de sus casas.

Foto 2
Era un día muy importante para los varones de entre 15 y 16 años pues eran considerados mayores de edad. El paso a la madurez tenía seguramente dos vertientes: una privada y otra pública. La primera, se realizaba en casa con la familia y en ella el joven entregaba la bulla (un amuleto protector dorado que había llevado desde pequeño) a los dioses Lares. En la ceremonia de la madurez el joven se desnudaba delante de su familia para demostrar que ya era un hombre y que sus genitales estaban bien desarrollados. Debía ser un ritual de especial significación y orgullo sentimental para toda la familia; sobre todo para el joven que comenzaba su vida adulta. En el momento de ser considerado un ciudadano romano de pleno derecho, se quitaba la toga infantil y su padre le entregaba su nueva toga que le convertía y le identificaba como un hombre adulto. Esta era la toga virilis, que estaba hecha de lana sin decolorar.

En la segunda ceremonia, la pública, los jóvenes que se habían convertido ese año en adultos, acompañados por familiares y amigos, realizaban una procesión por toda la ciudad atravesando el Foro hasta llegar al templo de Júpiter donde realizaban sacrificios. También era el momento de registrarse para que los funcionarios escribieran su nombre en el archivo estatal, o tabularium, para ser añadidos a la lista de ciudadanos romanos.

Escrito por Ángel Portillo 

Fuente: Un Año en la Antigua Roma de Néstor F. Marqués y Diccionario de la religión romana de José Contreras, Gracia Ramos e Inés Rico.

Foto 1: Augusto di via labicana, CC3 by Folegandros
Foto 2: Ancient with toga, dominio público portal Pixbay.

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Miembro de Divulgadores de la Historia.

Miembro del grupo de recreación historica Barcino Oriens. (Legio II Traiana Fortis, Ludus Gladiatorius Barcinonensis, Ornatrices Barcinonensis).




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