viernes, 30 de noviembre de 2018

VIDA MILITAR: NO CORTAR, SINO DAR ESTOCADAS CON LA ESPADA



Autor Ángel Portillo.


En el ejército romano del Alto Imperio los milites llevan como defensa un scutum semicircular de gran tamaño que le cubría prácticamente desde las rodillas hasta los ojos y como arma de ataque portaba el gladius, una espada corta de unos 60 cm cuya principal utilidad era dar estocadas. 
Gladius pompeii 


Según Flavivs Vegetivs Renatvs, en su Epitoma institvtorum rei militaris:

«Se les enseñaba, igualmente, a no cortar, sino dar estocadas con sus espadas. Para los romanos, no sólo resultaba motivo de chanza quienes luchaban con el borde de tal arma, sino que constituían una fácil conquista. Un ataque con los filos, aún los hechos con mucha fuerza, raramente mata, pues las partes vitales del cuerpo están defendidas tanto por los huesos como por la armadura. Por el contrario, una estocada, con que penetre dos pulgadas, es generalmente fatal».

Tras eso defiende que si lanzas un ataque para dar un corte expones todo tu costado derecho, y sin embargo para dar una estocada el cuerpo queda totalmente cubierto, exponiendo la mano y el brazo un mínimo instante. La velocidad puede ser tal que el enemigo note el gladius en él sin que haya podido ver su lanzamiento. Para mejorar tanto la velocidad como la fuerza los reclutas se ejercitaban con una espada generalmente de madera que simulaba al arma reglamentaria pero que tenía mayor peso que este. Este instrumento se llamaba rudis y normalmente pesaba el doble.

En mi libro LIGNVM, el protagonista recibe en sus primeras instrucciones de cómo utilizar el gladius ante el enemigo. Esta instrucción la imparte el optio, el segundo al mando de la centuria tras el centurión:

[…]

—Esto, como ya sabéis, es un gladius, el arma que ha conquistado el mundo, así que es la mejor que nunca se ha creado. No está pensado para hacer cortes, aunque puede darlos si su hoja está bien afilada. No está diseñada para eso, sino para dar estocadas.

Lanzó la punta contra un recluta de la primera línea quedando esta unos pocos centímetros de él. Este, sin poder evitarlo, dio un paso atrás. El instructor bajó su arma y, mirando al novato, lo apremió para que volviera a su sitio. Había captado nuestra atención.

—Un corte, salvo en contadas excepciones, no suele matar; por muy fuerte que se dé, no suele ser letal. Los órganos vitales del enemigo estarán protegidos por su armadura, pero los protegen también sus huesos, así que es imposible atravesar un órgano de un corte, pero si le dais una estocada, por poco que se introduzca en un cuerpo, suele ser mortal. Si la introduces bien en el infeliz que se ponga delante, lo más probable es que le atraveséis algo importante. Ese tipo, sin duda, tendrá suerte y morirá rápido.

Hizo una pequeña pausa y siguió. Parecía un discurso preparado para impresionar a los nuevos reclutas, como una obra en el teatro de Marcelo en la que se prepara poco a poco el clímax.

—Además, si atacas queriendo dar un corte y levantas demasiado la mano, dejarás al descubierto tu brazo y tu costado; el enemigo aprovechará cualquier ocasión para mataros, así que es mejor no darle la oportunidad. Por lo tanto, cuando tengáis que atravesar a alguien, clavadle el gladius en el estómago de abajo a arriba. Funcionará aunque el enemigo lleve puesta una cota de malla. Con una buena estocada, una cota de malla no es más que una colección de agujeros. Girad el gladius antes de extraerlo, y si podéis, ampliad la herida.

Viró su muñeca y desplazó su mano indicándonos cómo se debía hacer en el aire. Lo repitió un par de veces como si no estuviera satisfecho del boquete hecho en su imaginario enemigo la primera vez.

—Tratad de no tropezaros con los intestinos mientras sigáis avanzando.

Señaló al suelo dibujando un pequeño círculo con su dedo índice indicando la zona donde estarían las hipotéticas tripas. El instructor lo vivía tanto que en un determinado momento pude hasta ver salirse las entrañas de su víctima y cayendo al suelo.

—No os preocupéis por el desgraciado; no sufrirá mucho: será rematado por el legionario de la segunda fila; la cohorte tiene que seguir avanzando.



Acabó con una sonrisa como fantaseando con el enemigo muerto en el suelo. Tuve la impresión de que el optio echaba de menos la sensación de clavar una estocada en la barriga de un enemigo, que hacía mucho tiempo que no veía sangre en su gladius. […]






Fuentes: LIGNVM de Ángel Portillo y Epitoma institutorum rei militaris de Flavivs Vegetivs Renatvs.
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Fotos:
1 Gladius. Creative communs 3 by Rama.
2 Roman soldiers - Legio XIIII GMV, Biskupin, Poland; Creative communs 2,5 by Jan Jerszyński.

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