lunes, 24 de diciembre de 2018

FELICITACIÓN DE AÑO NUEVO A TODOS LOS ROMANOS Y “DOMINAE”.

Tras 7 días celebrando las “Saturnalias”, saciado ya el pueblo del grano almacenado, celebramos la fiesta del “Deus sol invictus” e intercambiamos regalos para desear prosperidad a nuestros amigos y familiares.


Días después y con ropa nueva haremos el ritual a Jano (dios de las puertas y los comienzos). Encenderemos el fuego y tras ponernos el “capite velato” para cubrirnos, pediremos y honraremos a los dioses observando fielmente el ritual. Una vez acabado éste, el año nuevo estará ofrecido para que nos sea propicio. 

Seguiremos celebrando toda la noche y dejaremos que la llama se apague poco a poco, por si sola. Prometeremos nuevos propósitos a Jano. Simbolizado este por una llave y un báculo y representado con dos caras: una, la de un joven mirando al oriente por donde sale el sol y la nueva vida, y otra, la de un anciano mirando al occidente por donde se pone. Su joven faz nos indica que el nuevo ciclo empieza y está lleno de esperanzas y retos, y su anciana faz nos recuerda que todo es efímero; aprendamos de su experiencia y miremos al nuevo ciclo sin olvidar mirar hacia lo pasado y lo que aprendimos en los ciclos anteriores.

El “pater familias” regalará dinero a su “domina”, pero se quedará con algo para que le sea propicio el ciclo anual que se inicia. Cruzará con el pie derecho el “liminaris” (umbral) de la “domus” para que la diosa Fortuna le sonría todo el año. Agradecerá a los dioses Penates que cuidan que la despensa esté siempre llena, a los “Lares Domestici” que cuiden de su hogar y ofrecerá vino, el líquido sagrado de los dioses, a los santísimos genios para pedirles su protección.

Que el día del Sol Invictus, os colmen de regalos y deseos de prosperidad.

Que los Penates se aseguren de que tengáis alimento todo el año.

Que los Lares protejan vuestro hogar y los genios a cada uno de los miembros de vuestras familias todos los días del nuevo ciclo.

Que cumpláis los nuevos propósitos, y que Jano y Fortuna os ayuden a ello.




Ángel Portillo






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