viernes, 29 de junio de 2018

NO CORTAR, SINO DAR ESTOCADAS CON LA ESPADA.

Epitoma institutorum rei militaris
LIBRO I, de FLAVIVS VEGETIVS RENATVS
XII NO CORTAR, SINO DAR ESTOCADAS CON LA ESPADA.
Se les enseñaba, igualmente, a no cortar, sino dar estocadas con sus espadas. Para los romanos, no sólo resultaba motivo de chanza quienes luchaban con el borde de tal arma, sino que constituían una fácil conquista. Un ataque con los filos, aún los hechos con mucha fuerza, raramente mata, pues las partes vitales del cuerpo están defendidas tanto por los huesos como por la armadura. Por el contrario, una estocada, con que penetre dos pulgadas, es generalmente fatal.
Además, en la posición del ataque, es imposible evitar exponer el brazo derecho y el costado; de otra parte, el cuerpo está cubierto al dar una estocada, y el adversario recibe la punta antes de que vea la espada. Este fue el método de lucha usado principalmente por los romanos, y sus motivos para ejercitar a los reclutas al principio con armas de un tal peso era que cuando al fin llevaban las normales, mucho más ligeras, la gran diferencia de peso les permitía comportarse con gran seguridad y diligencia a la hora del combate.
FOTO: grupo de recreación de la Legio VII Gemina,


De los meses más seguros para la navegación.




FLAVIVS VEGETIVS RENATVS
Epitoma institutorum rei militaris Libro IV- XXXVIIII
De los meses más seguros para la navegación.
El rigor y la inconstancia de las estaciones no permiten navegar todo el año. Hay meses apropiados para la navegación; los hay dudosos y otros en los que la mar es absolutamente impracticable. Después de la aparición de las Pléyades, desde el 27 de mayo hasta la aparición de Arturo, es decir, hasta el 14 de septiembre, la navegación se considera segura, porque la dulzura del verano calma la furia de los vientos. Desde ese momento hasta el 11 de noviembre, empieza a ser peligrosa; pues la violenta constelación de Arturo aparece a partir del 13 de septiembre; el 24 del mismo mes llega el molesto tiempo del equinoccio; los lluviosos Cabritillos aparecen sobre el 7 de octubre y el Toro el 11 del mismo mes: pero es en noviembre cuando la desaparición de las Vergilias (Pléyades) empieza a producir frecuentes tempestades. Así, desde el 11 de noviembre hasta el 10 de marzo, los mares están cerrados. En ese tiempo los días son cortos y las noches largas: las nubes espesas, las nieblas, el complejo rigor de los vientos, de la lluvia y de la nieve, impiden el viaje no solo de las naves de la mar sino también de los viajeros por tierra. Sin embargo, después de la abertura de la navegación, que se celebra con solemnes juegos, a la vista del pueblo y de muchas naciones extranjeras, aún hay peligro en la navegación marítima hasta el 15 de mayo, a causa de muchos astros peligrosos y de la estación misma. No digo que la laboriosa industria de los mercaderes deba quedar parada, pero hay muchas otras consideraciones, para una armada naval, que no debe exponerse en el mar como si se tratase de particulares, a quien el deseo de beneficios hace afrontar el peligro.

NOVAE


En la localidad búlgara de Svishtov se encuentran las ruinas del castrum de Novae.
Decir Novae y decir Legio I Italica es decir lo mismo, fue base permanente de la misma desde que Flavio Vespasiano la desplazo a esa plaza hasta que las invasiones de hunos acabaron con prácticamente todo lo de esa zona finales del siglo V.
Para mí, el edificio más espectacular encontrado en las excavaciones, que está realizando la universidad de Varsovia, es  el valetudinarium (hospital), uno de los mayores del Imperio. Se cree que podía albergar a 300 legionarios y en su interior en un patio porticado acogía a un templo dedicado a Esculapio y a su hija Igea. Se especula que el mismísimo Trajano lo mando construir como preparativo de las guerras Dacias.    

Foto: valetudinarium de Novae







miércoles, 27 de junio de 2018

Los capsarii

Instrumental que portaban los capsarii, que junto al medicus, se encargaba de dar los primeros auxilios en primera línea de batalla. Solía llevar también una cantimplora con posca, que usaba para limpiar y desifectar, vendas y miel, esta última se utilizaba como anteséptico.
Parece ser que cada cohorte contaba con tres o cuatro de ellos. 
Se cuenta que en una de las batallas de las campañas de Britania de Cneo Julio Agrícola carecía de ellos. Ordenó dotar a legionarios de esos instrumentos y darles una rápida formación. Un oficial le replicó que no servirían para nada, a lo que fue respondido: "cuando empieze la batalla los hombres tendrán esa esperanza".

Foto: Magna Celebratio, grupo de recreación Barcino Oriens. Legio II Traiana Fortis.




domingo, 24 de junio de 2018

Optio y evocatus

Optio y evocatus de la Legio VII Gemina.
El Optio lleva calada la Gálea con plumas y sostiene una vara de mando (para disciplinar a los legionarios que a su entender eran poco eficientes). También portaba colgada una cartera que contenía la documentación necesaria para el control de todo lo relacionado con la centuria.
El Evocatus, un veterano que se reenganchaba al servicio.
Servir a Roma era un honor, servir a los dioses era un honor.
“Dulce et decurum est pro patria mori”.


lunes, 18 de junio de 2018

LIGNVM - Ángel Portillo. Capítulo XIV – Recluta Lignum (Fragmento)

<< Con el último ejercicio nuestro optio consiguió que le llegara a desear en más de una ocasión lo que le pasó a Prometeo, que encadenado por el dios del fuego y de las fraguas en una de las más altas montañas, cada día un águila le comía el hígado, y al ser héroe inmortal, el órgano le crecía, así que cada día el tenaz depredador volvía a comérselo en un tormento eterno. En esta última prueba se incorporó toda la Legio I Italica. Marchamos todos con el equipo individual de cada legionario. A cada contubernium se añadieron dos sirvientes que portaban las dos mulas con el resto del equipo que no cargábamos los legionarios, como la cocina de campaña, las tiendas, las estacas para las murallas o el molino portátil para el trigo, entre otras cosas. El ejercicio consistía en simular un día de marcha con el desplazamiento de toda la Legio. Por ese motivo, después de hacer los treinta kilómetros en cinco horas nos pusimos a cavar zanjas y a amontonar tierra para construir una fortaleza provisional. Tuvimos que ir a los bosques a por troncos, al río cercano a por agua, hacer partidas de caza y, cómo no, hacer patrullas de vigilancia por la zona. Después, montada ya la fortaleza, nos tuvimos que hacer la cena. Cuando dábamos el último bocado a la comida que ni tan siquiera quería entrar a nuestro estómago, se nos asignaron nuevas ocupaciones, seguramente para que no nos aburriéramos. Tuve la suerte de hacer guardia en una de las torres durante la primera vigilia. Después de eso, con las pocas fuerzas que me quedaban me dirigí a mi tienda a dormir. No recuerdo cómo me quité la armadura ni cómo me tumbé encima de mi manta. Solo recuerdo que todo mi ser quería asesinar al optio y al centurión. Mi ser tenía ganas de hacerlo, pero mi cuerpo no podía más, así que me entregué al sueño. >>