domingo, 28 de julio de 2019

LAS TROPAS AUXILIARES DE LAS LEGIONES ROMANAS.


Las cohortes auxiliares regulares nacen por una necesidad táctica. Era evidente que las Legiones alto imperiales formadas exclusivamente por infantería pesada precisaba del apoyo de otros cuerpos, tanto de caballería como de infantería. Tras la reformas de Mario aparecen ya cuerpos irregulares de caballería que reciben el nombre de auxilia. Sin embargo estos eran disueltos al finalizar cada una de las campañas. La importancia de estos auxilia era vital pues en esa época en las legiones regulares se cree que había un contingente de solo 120 jinetes. Siendo estos insuficientes para evitar cualquier ataque por los flancos. Estas unidades convivieron un tiempo con Alae Sociorum (Las ciudades “socias” de Roma prestaban sus hombres para formar unidades que acompañaban a las legiones en las campañas bélicas)


Foto 1

En la segunda década del siglo I a.C. desaparecieron los ejércitos de los socios aliados y ese fue el impulso definitivo de los auxiliares. Aparecieron entonces cuerpos de infantería ligera, arqueros, honderos y caballería. No en pocas ocasiones con levas forzadas entre los diferentes pueblos del Mediterráneo. Fue el mismísimo Julio César quien sentó las líneas de lo que luego serían los auxiliares imperiales al reclutar entre galos y germanos unidades de caballería. El tema de la infantería auxiliar parece ser más bien organizado por Augusto. Estas pequeñas unidades acostumbraban a acompañar a cada legión ejerciendo una función auxiliar, en todos los sentidos posibles e imaginables. Aunque también podían actuar por si solas como cuerpo principal en cualquier operación. Los hombres que formaban estas unidades no eran ciudadanos romanos y tenían la opción de serlo una vez acabado el servicio. Los auxiliares se licenciaban con honores tras 25 años. Éstas unidades estarían comandadas por tribunos o prefectos todos de rango ecuestre, en todo caso se cree que todos los oficiales, a diferencia de la tropa, eran ciudadanos romanos.

Existían tres tipos básicos de unidades, las que se relacionaban con la infantería, las que lo hacían con la caballería y las mixtas, que recibían el nombre de cohors, alae o cohortes equitatae, respectivamente:

* Las Cohortes de infantería simulaban a las de los legionarios con 6 centurias de 80 hombres cada una. Existían también diferentes tipos de tropas especializadas como arqueros, honderos, exploradores, etc.

* De las alae, las miliariae estarían formadas por 24 turmae de 30 hombres, a los que hay que sumar un decurión y un portaestandarte, en total, 32, y las quinquinariae por dieciséis turmae, con cifras totales de 768 y 512 equites.

* Las cohortes equitatae estaban formadas por un núcleo fuerte de infantería y un pequeño destacamento de caballería. Podían ser quinquinariae o miliariae, es decir, de quinientos o mil hombres. Las cohortes quinquinariae estarían formadas por 6 centurias de 80 hombres, cada una a cargo de un centurión, y la miliariae por 10, lo que nos arroja unas cifras de 480 y 800 hombres de infantería. En cuanto a la caballería la primera disponía de unos 120 jinetes y la segunda de 240.


Foto 2

Mencionar la singularidad de las cohortes Civium Romanorum, igualmente auxiliares, pero compuestas por ciudadanos romanos, libertos que no podían enrolarse en las legiones y que se habrían reclutado en situaciones de emergencia., estarían bajo el mando de un tribuno.

sábado, 20 de julio de 2019

VIDA CORRIENTE: PROPIEDADES DE LA MIEL Y LA CERA (según Dioscórides).


Dioscórides nos dice que la mejor miel de la Ática (región donde está Atenas) y de esta la óptima es la del monte Himeto. Tras esta nombra de las islas Cícladas y la de Sicilia. Opina que es muy estimada la muy dulce y aguda, bastante olorosa, rubia, no fluida, viscosa y elástica. Tiene las siguientes propiedades:

· Regenera los tejidos de la dermis y la epidermis.
· Mejora el paso de materias sólidas, líquidas o gaseosas por las vías excretoras del cuerpo.
· Estimulante de los humores, por eso conviene a las llagas sucias y hondas.
· Cocida y aplicada, conglutina las partes separadas.
· Cocida con alumbre líquido y aplicado como ungüento, cura los empeines;
· Instilada tibia con sal mineral molida, los zumbidos y los dolores de oídos,
· Aplicada como ungüento mata piojos y liendres.
· Restablece la piel a los circuncidados de forma incompleta, si se ablanda el prepucio con miel, especialmente después del baño, durante treinta días.
· Limpia también las sombras oscuras de las pupilas.
· Aplicada como ungüento y gargarizada, cura lo relacionado con la tráquea, las amígdalas y la esquinancia.
· Provoca también la orina y es conveniente contra la tos y para los mordidos por serpientes.
· Tomada en forma de electuario es conveniente contra los hongos y mordeduras de perro rabioso.
· La miel cruda produce inflaciones de vientre e irrita la tos, por eso se debe administrar espumada. La mejor es la de primavera, luego la de verano.
· La miel de Cerdeña, que es amarga por ser el pasto de ajenjo, aplicada como ungüento es conveniente para las efélides y manchas del rostro.
· En Heraclea del Ponto, en ciertos momentos del año, a causa de cierta particularidad de las flores, se produce una miel que quita el sentido, con un gran sudor, a quienes la toman. Se les socorre haciéndoles comer ruda y beber salmuera y vino mezclado con miel, y, cuantas veces vomiten, que coman de nuevo lo mismo. Es aguda y, por medio de su olor, provoca estornudos. Aplicada como ungüento con costo, limpia las efélides; con sal, elimina la equimosis.

Se llama también “azúcar” algo que es una especie de miel cuajada, en la India y en la Arabia Feliz, que se encuentra sobre las cañas, semejante a la sal en su constitución y que se deshace entre los dientes como la sal. Disuelta en agua y bebida, es buena para el vientre y para el estómago, es útil para la vejiga dañada y los riñones y, aplicada dentro en ungüento, limpia también las sombras de las pupilas de los ojos.



La cera

La cera mejor es la rojiza y grasa y la olorosa y con una cierta exhalación melíflua. También es pura y de clase la de Creta o la del Ponto. Ocupa el segundo lugar la blanquecina por naturaleza y grasa.

La cera se blanquea del siguiente modo: rayendo y limpiando la blanca muy grasa, métela en un recipiente nuevo, echándole encima suficiente agua marina, cuécela espolvoreándole dentro un poco de nitro. Cuando levante dos o tres hervores, apartando la olla y dejándola enfriar, saca la torta de cera y, raspándole toda la suciedad, si hubiera algo alrededor de ella, cuécela por segunda vez, añadiéndole otra agua marina. Una vez hervida de nuevo la cera, según se ha expuesto, saca el recipiente del fuego y, sentándola suavemente en el fondo de una olluela nueva, mojada previamente con agua fría, haz caer suavemente en la cera agua fría, remojándola de manera que toque sólo la superficie, para que arrastre lo mínimo de cera y la haga solidificarse por sí sola. Cuajada la primera torta, sácala y, por segunda vez, asienta la base de la olluela, refrescándola con agua, y haz lo mismo hasta que la recojas toda. Por lo demás, enhilando las tortas, separadas unas de otras, cuélgalas; humedécelas continuamente, colocándolas de día al sol, de noche a la luna, hasta que se vuelvan blancas. Si alguien quiere blanquearlas en extremo, que haga las demás cosas de la misma manera, y las cueza muchas veces. Aconsejan realizar este trabajo en primavera, cuando aún el sol es débil en su fuerza y suministra humedad, para que no se derrita.

Todo tipo de cera tiene virtud calorífica, emoliente y plerótica con moderación. Se mezcla también en los brebajes contra la disentería. Bebida la cantidad de diez granos del tamaño del mijo, no deja cuajarse la leche de las mujeres que crían.

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