“La base de los pueblos poco civilizados siempre han sido los frutos silvestres, las nueces y la carne, y así fue para los pastores que establecieron los cimientos de Roma. La propia palabra pecunia (pecus, rebaño o ganado) muestra que la primera fuente de riqueza eran los rebaños de animales domésticos. Pero otras palabras indican con la misma claridad que la agricultura fue conocida por los romanos desde tiempos antiguos: los nombres Fabius, Cicero, Piso, Caepio no son menos antiguos que Porcius, Asinius, Vitellius u Ovidius (1).
(1) Los nombres se relacionan respectivamente con faba, «haba», cicer, «garbanzo», pistor, «molinero», caepe, «cebolla», porcus, «cerdo», asinus, «asno», vitellus, «becerro» y ovis, «oveja».
Cicerón pone en boca de Catón el Viejo la afirmación de que para el granjero la huerta era un segundo suministro de carne, pero mucho antes de la época de Catón la carne había dejado de ser el principal artículo de alimentación. Los cereales, la uva y las aceitunas proporcionaban medios de subsistencia para todos los que no vivían para comer. Éstos daban «el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace que brille su piel y el pan que fortalece el corazón del hombre». […]
Frutas.
La manzana, la pera, la ciruela y el membrillo eran originarios de Italia o, como la aceituna y la uva, fueron introducidos en su territorio antes de que su historia comenzara. Durante mucho tiempo se prestó gran atención a su cultivo, y en época de Cicerón Italia estaba llena de huertos. Todas esas frutas eran abundantes y baratas en su estación, y eran consumidas por hombres de todo tipo y condición.
En tiempos de Cicerón también había comenzado la introducción de nuevas frutas desde tierras extranjeras y la mejora de las variedades locales. Algunos hombres de Estado y generales dieron su nombre a clases nuevas y mejoradas de peras y manzanas, y competían entre sí para producir frutas fuera de temporada mediante su cultivo en invernaderos. Cada reciente extensión del territorio romano traía a Italia nuevas frutas y frutos secos.
1. Frutos secos: nueces, avellanas, almendras (después de la época de Catón) y pistacho (no introducido hasta tiempos de Tiberio).
2. Frutas: melocotón (malum Persicum), albaricoque (malum Armeniacum), granada (malum Punicumo granatum), cereza (cerasus, importada por Lúculo desde la ciudad de Cerasus en el Ponto) y limón (citrus, que no fue cultivado en Italia hasta el siglo III d.C.).
Igualmente las frutas, cereales y verduras conocidas en casa eran llevadas por las provincias dondequiera que se establecieran los romanos. Por ejemplo, se dice que las cerezas ya se cultivaban en Britania en el año 47 d.C., cuatro años después de su conquista. Además de la introducción de frutas para su cultivo, grandes cantidades, secadas o conservadas de otra manera, se importaban para comer. Sin embargo, por extraño que nos parezca, los romanos no conocían la naranja.
Productos de huerta.
La huerta no se quedaba atrás respecto a los frutales en la abundancia y variedad de sus contribuciones al suministro de alimentos. Sabemos de alcachofas, espárragos, habas, remolachas, coles, zanahorias, achicorias, pepinos, ajos, lentejas, melones, cebollas, guisantes, amapolas, calabazas, rábanos y nabos, por mencionar solo los que tienen nombres familiares para nosotros. Sin embargo, se advertirá que las verduras quizá más apreciadas para nosotros, la patata y el tomate, no eran conocidos por los romanos. De los mencionados parece que los más antiguos eran la haba y la cebolla, como se aprecia por los nombres Fabius y Caepio ya aludidos, pero pronto se consideró a la segunda poco refinada y a la primera una comida demasiado pesada excepto para personas que desempeñaran los trabajos más duros. Caton consideraba la col la verdura más fina conocida […].
El hortelano romano también prestaba mucha atención al cultivo de otras verduras para ensalada. Entre estas los tipos mencionados con más frecuencia son el berro y la lechuga, con los que estamos familiarizados, y la malva, que ya no se utiliza para comer. Una gran variedad de plantas se cultivaban para obtener condimentos. Se comía la semilla de amapola con miel como postre, o se espolvoreaba sobre el pan antes de cocerlo. Se producía en todos lados anís, comino, hinojo, menta y mostaza. Además de estos condimentos que se encontraban en cualquier huerta se importaban grandes cantidades de especias desde el este, y los ricos importaban verduras de gran tamaño o mejor calidad que las producidas en casa. Las verduras frescas, como la fruta fresca, no podían transportarse desde grandes distancias.”
Escrito por Ángel Portillo
Fuente: La Vida en La Antigua Roma de Johnston W Harold
Foto: Mosaico, Roma, Vestigio imagen CC0 Creative Commons
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Miembro de Divulgadores de la Historia.
Miembro del grupo de recreación historica Barcino Oriens. (Legio II Traiana Fortis, Ludus Gladiatorius Barcinonensis, Ornatrices Barcinonensis).
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