"La función de
todas ellas (las partes) está al servicio del alma, pues el cuerpo es
instrumento del alma y por ello las partes de los animales se diferencian mucho
unas de otras porque también se diferencian sus almas. Algunos animales son
fieros y otros cobardes, unos salvajes y otros mansos, unos, por así decir,
sociales y trabajadores y otros solitarios. En todos, en efecto, el cuerpo es
el adecuado a las facultades y hábitos de su alma. El del caballo esta
engalanado con una crin y fuertes pezuñas, pues es un animal orgulloso, veloz y
no falto de coraje; la fuerza del león, fiero y poderoso, está en sus dientes y
garras; así también el toro y el jabalí tienen como defensas naturales, el uno los
cuernos y el otro los colmillos. El ciervo y la liebre, animales cobardes,
tienen un cuerpo veloz pero totalmente desnudo y sin ninguna defensa. Pues la velocidad,
pienso, convenía a los cobardes y las defensas, a los poderosos. La naturaleza,
en efecto, no armo al cobarde ni tampoco dejó desnudo al poderoso. Al hombre,
en cambio, animal inteligente y el único divino sobre la tierra, en lugar de
darle todo tipo de armas defensivas, le dotó de manos, instrumento necesario
para todas las artes, de paz más que de guerra. En consecuencia, no necesitaba
cuernos como defensa natural, pues siempre que quisiera podía coger en sus manos
una defensa mejor que un cuerno, pues espada y lanza son armas mejores y más
adecuadas que el cuerno para herir; ni tampoco necesitaba pezuña, pues un leño
y una piedra son más potentes para aplastar que cualquier pezuña. Además, un
cuerno y una pezuña no pueden hacer nada hasta estar en el lugar, mientras que
las armas de los hombres actúan de lejos no menos que de cerca, así la lanza y
el dardo son más potentes que el cuerno, y la piedra y el leño, más que la pezuña.
Sin embargo, el león es más veloz que el hombre. ¿Qué importa?
El hombre, en
efecto, gracias a sus manos y a su inteligencia doma al caballo, animal más
veloz que el león, y sirviéndose del caballo también escapa del león y lo
persigue, y en lo alto de aquel dispara al de abajo. Por lo tanto, el hombre no
está ni descalzo ni desarmado ni es vulnerable a las heridas ni está indefenso,
sino que, cuando quiere, dispone de una coraza de hierro, instrumento más difícil
de dañar que cualquier tipo de piel, y tiene a su disposición todo tipo de
calzado, de armas y de defensas. La coraza no es la única protección del hombre
sino que lo es también la casa, la muralla y la torre. Si a él le naciera en
las manos un cuerno o algún arma defensiva de ese tenor, no podría usarlas ni
para la construcción de casas o murallas ni tampoco para hacer una lanza ni una
coraza ni cualquier otra cosa similar. Con esas manos el hombre se teje el
manto, trenza la red para cazar, la cesta para pescar y la argolla y la red
para atrapar aves, de modo que no solo domina sobre los animales de la tierra,
sino también sobre los del mar y los del aire. La mano es para el hombre un
arma así de poderosa. No obstante, al ser el hombre un animal sociable y pacífico,
con sus manos no solo escribe leyes, erige altares y estatuas a los dioses sino
que también construye naves y hace flautas, liras, escalpelos, tenazas y todo
tipo de instrumentos técnicos y artísticos, y en sus escritos deja comentarios teóricos
sobre ello. Y gracias a los escritos realizados con las manos te es posible a
ti, aun ahora, conversar con Platón, Aristóteles, Hipócrates y los demás hombres
de la Antigüedad."
Fuente: Galeno, EL
USO DE LAS PARTES, LIBRO I.
Página FaceBook:
Ángel Portillo Lucas.
Blog: Lignum en Roma.
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