viernes, 2 de noviembre de 2018

Colegios de carrucarii en las puertas de Roma - VIDA CORRIENTE

Hola amigos de Roma. Hola amigos del mediterráneo: para muchos el mar de las culturas. 
Hoy quiero explicaros el comportamiento de los colegios o corporaciones en las puertas de Roma. Recordemos que el tráfico rodado estaba prohibido en la Urbe durante las horas diurnas, así que a la hora décima, cuando empezaba a anochecer, la actividad era frenética.
En una puerta cualquiera de Roma como la Capena, la Salutaris, la Esquilina, o la Viminalis podías encontrar colegios o corporaciones de profesionales como por ejemplo: los cisiarii equivalentes a nuestros taxistas; los portadores de lecticae, literas; los iumentarii, que alquilaban mulas o bueyes, o los carrucarii, transportistas de mercancía, entre otros. 
En todas las puertas cada uno de estos colegios vigilaba que no hubiera intrusismo profesional; a nadie se le permitía ejercer una actividad sin su consentimiento. Si alguien requería un servicio, tenía que contactar con ellos, para lo que se empleaban todos los recursos necesarios, desde hablar educadamente hasta intimidar o utilizar la violencia física. 
Aurelio Vitalis, el protagonista de mi libro lignum, justifica así el uso de esta violencia en su corporación, en este caso de carrucarii (transportistas de mercancías):

«Mi progenitor me había explicado en varias ocasiones la fábula de los cuatro novillos y el león. El gran depredador tenía hambre y veía las abundantes carnes de los rumiantes, pero como estos eran muy amigos y andaban siempre juntos, no podía atacarlos. La naturaleza le había dado fuerza para matar a cada novillo, pero juntos uno al lado del otro era imposible acabar con ellos: la suma de los cuatro era superior a la fiereza del carnívoro. El león empezó a hablarles sugiriendo que los otros siempre comían los mejores pastos. Los infelices novillos empezaron a desconfiar y decidieron ir cada uno a buscar su hierba fresca por diferentes caminos. Al final, el inteligente león los acabó devorando a todos uno por uno.

Era consciente de que los trabajadores del transporte de mercancías y todos sus familiares nos teníamos que apoyar entre nosotros. En caso contrario, seríamos devorados por las bestias. Sabía que la violencia era parte de la vida. Era consciente de que era cotidiana en las actividades de los hombres: la ejercía el rico contra el pobre, el poderoso contra el pueblo y el pueblo contra el poderoso, el amo la aplicaba con su esclavo y el fuerte la usaba para someter al débil. En ciertas ocasiones, en la sociedad romana, que era la mejor de todas, aparecían conflictos, rupturas y tensiones. Cuando se rompía el orden, toda la ciudad estallaba y se producían disturbios, muertes y violaciones. Esto era así desde el principio de los tiempos y seguiría así hasta el final.»

Ya me diréis que opináis sobre lo que dice Aurelio.

Hasta otro vídeo, amigos del Mediterráneo.

Texto y video. Ángel Portillo

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